Fuente: Diario Gestión
1.
La fuerte subida de los precios de combustibles ha contribuido a
acelerar la inflación y a una mayor conflictividad
social. En este contexto, muchos han alzado un dedo acusador contra Petroperú, que
supuestamente sería uno de los principales responsables de que en el Perú
tengamos una de las gasolinas más caras de la región. El debate evidencia mucha
confusión y desinformación.
2.
Los precios locales de los combustibles derivados del petróleo (diésel
y gasolinas) reflejan los precios internacionales de los mismos, pues
importamos la mayor parte de lo que consumismos. Así, la principal razón detrás
del fuerte incremento de estos precios en el mercado nacional es el desequilibrio
entre la oferta y la demanda a nivel global. A esto, se suma la depreciación
del sol que ha encarecido todos los productos importados.
3.
En el mercado peruano de combustibles compiten refinadores locales e importadores.
Cabe recordar que, en los últimos 30
meses, tras el cese de operaciones de la vieja refinería de Talara, Repsol se
constituyó en el único refinador de importancia en el país. La mayor parte del
diésel y gasolinas que consumimos es importado. Petroperú se ha convertido, temporalmente,
en el mayor importador en este mercado, pero compite con jugadores de talla
mundial –como Exxon y Valero– y una serie de comercializadores de menor tamaño.
4.
Petroperú, no la tiene fácil: no solo carga con una deuda
sobredimensionada, sino que tiene costos fijos muy grandes, que no pueden ser
fácilmente absorbidos por el margen de comercialización que obtiene en el negocio
de importación. Si sube mucho su margen, pierde mercado frente a la
competencia. Así, las importaciones –realizadas o que podrían realizar los gigantes
del mercado internacional– constituyen una importante fuente de competencia que
disciplina este mercado.
5.
Entonces, ¿por qué tenemos una de las gasolinas más caras en Latinoamérica?
Parte de la explicación se encuentra en los impuestos (ISC e IGV). El Perú, al
igual que muchos otros países, decidió gravar de manera importante a los
combustibles desde hace más de 30 años, a fin de consolidar su balance fiscal.
Reducir los gravámenes incrementaría el déficit del sector público. Ya vimos
como el MEF retrocedió con le exoneración del ISC que había otorgado al diésel
y a las gasolinas de menor octanaje. Ahora se ensaya nuevamente con subsidiar a
través del FEPC; probablemente funcione mejor, pero el costo será enorme.
6.
La otra parte de la explicación se encuentra en la falta de
competencia en el mercado local, sobre todo en el mercado minorista. A pesar de
que existe un número muy grande de grifos y de que la segunda cadena más grande
–la Petrored, con más de 600 grifos– está asociada a Petroperú, recientemente
se observó que, en muchos casos, la reducción del ISC dictada por el gobierno
se tradujo en un mayor margen de los griferos.
7.
Aquí hay espacio para fomentar la competencia a través de instrumentos
o aplicaciones como el Facilito de Osinergmin (si no la conoce, búsquela y
bájela en su teléfono celular). Esta aplicación puede mejorarse y debería difundirse
más. Empoderar a los consumidores con información oportuna y gratuita
contribuirá a la transparencia y a la competencia en el mercado. ¿Por qué no
listar todas las semanas a los tres grifos más caros de las distintas zonas de
la ciudad? Seguramente, la mala imagen y el efecto en la demanda que sufrirían los
obligaría a ser más cuidadosos al momento de fijar sus precios. En fin, hay
muchas maneras de proveer información al mercado e inducir prácticas
competitivas. Claramente, esta es una opción infinitamente mejor a la de fijación
de precios o a la de pensar en grifos estatales.
Carlos E. Paredes
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