Ir al contenido principal

El modelo: ¿funciona o no? ¡Ojo con la narrativa!

 


Fuente: Diario Gestión

El modelo no solo no funciona, sino que es injusto. ¡Cambiemos la Constitución! 

¡Tonterías! Con este modelo millones de peruanos salieron de la pobreza, como nunca antes en nuestra historia.

  1. Hace dos años, cuando caminaba por la Av. Real en Huancayo, después de presentar mi libro “Resilientes, pero no indolentes” en la Feria del Libro de esa ciudad, llegué a una esquina en que una señora de la región estaba sentada en la acera vendiendo sus tubérculos. Encima de ella, leí una pinta en la pared que decía “¡Cambio de Constitución!” y al voltear hacia el jirón Piura leí otra pinta “¡Paro ya!”. Las imágenes me impactaron –les tomé fotos–, pues en el libro que acababa de presentar explicaba por qué un cambio del capítulo económico de la Constitución no beneficiaría a la mayoría de peruanos. 
  2. Desde entonces he participado en una serie de foros donde se ha tratado el tema. En varias de estas ocasiones me sentí asistiendo a un diálogo de sordos o, cuando menos, de personas que parecen no hablar el mismo idioma o que entienden diferentes cosas por las mismas palabras. Dado que usualmente no es útil discutir sobre definiciones, opté por preguntarle a mis interlocutores qué es lo que entendían por “el modelo” y qué aspectos de la Constitución consideraban vital cambiar y, cómo este cambio traería mayor bienestar para los peruanos. No siempre llegamos a coincidencias importantes –a veces nuestros prejuicios dejan poco espacio para la duda y la reflexión–, aunque creo que logramos tener un diálogo más fructífero a partir de estas aclaraciones de conceptos.
  3. Es importante que seamos conscientes de que la percepción del éxito o de las bondades del modelo económico depende de cuán amplia o limitada sea nuestra definición del modelo económico. Mientras más reducida sea esta –por ejemplo, limitándola a la prevalencia del orden macroeconómico y de una economía de mercado en los sectores que no se han reservado para el Estado–, más cercanos estaremos a considerar que el modelo económico es exitoso. En cambio, si la definición de modelo económico se amplía a cómo se organiza la producción de bienes y servicios en todos los sectores de la economía –incluyendo los hoy reservados para el Estado, como salud y educación pública, o agua y saneamiento, entre muchos otros– y cómo se atiende a las necesidades de la población (la oferta y la demanda, respectivamente), entonces la percepción de que tenemos un modelo exitoso disminuirá significativamente. 
  4. La mayor parte de las familias peruanas cubre parte importante de sus necesidades con servicios provistos por el Estado: salud, educación, seguridad, agua y saneamiento, electricidad, entre otros. En la medida que la disponibilidad y calidad de estos servicios sea deficiente, difícilmente la población considerará que “el modelo” –¬en su acepción amplia– sea exitoso o justo. Si tiene dudas, pregúntele a una madre que perdió a su hija o esposo en la pandemia por falta de oxígeno y que hoy no consigue una cita en el seguro social. 
  5. Esta percepción probablemente prevalezca a pesar de que la señora en cuestión tenga un puesto de trabajo y pueda alimentar a su familia gracias a la inversión privada que generó ese puesto de trabajo que le reditúa un sueldo todos los meses. Sin embargo, es probable que ella, al igual que la mayoría de peruanos, considere que se gana su sueldo debido exclusivamente a su esfuerzo y poco tiene que ver el modelo económico. Es más, probablemente esté insatisfecha con su nivel de ingresos, el cual considera “injusto”, aunque refleje su baja productividad debido a la falta de una calificación adecuada –en gran parte explicada por las deficiencias del sistema educativo público–. En cambio, identificará rápidamente a las deficiencias en la provisión de servicios de salud como una prueba de que el modelo no funciona.
  6. En este contexto, atacar al modelo y pedir cambios al capítulo económico de la Constitución es una narrativa que fácilmente gana adeptos, muchos de los cuales no comprenden que su frustración tiene poco que ver con la economía de mercado consagrada en la Constitución, sino con un Estado claramente disfuncional. Disfuncional porque no provee los bienes y servicios públicos de calidad que debe proveer y porque dilapida nuestros recursos en actividades que no debe realizar (el ejemplo más notorio es Petroperú, pero hay muchos otros). 
  7. ¿Por qué dejarle la narrativa del cambio de modelo a los populistas, cuando resulta obvio e indispensable cambiar el modelo de provisión de bienes y servicios públicos, incluso convocando al sector privado para cerrar las enormes brechas existentes? Perfeccionar el modelo económico implica, sobre todo, reformar el Estado –volverlo funcional para la población– y promover la generación de riqueza con una economía de mercado pujante que atraiga más inversión para generar cientos de miles de puestos de trabajo. Sin cambio de narrativa, los defensores de los aspectos positivos y sobresalientes del modelo, perderemos la batalla de las ideas y –nuevamente– de los votos en las urnas. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

"Petroperú: crónica de un desastre esperado"

  Fuente: Diario Gestión A mediados de mayo, el ahora renunciante directorio de Petroperú emitió un comunicado en el que dio cuenta de la situación crítica en que había encontrado a la empresa. En él se delinearon las tres opciones existentes frente a la crisis de la empresa. Tras calificar de irresponsable e inmoral solicitar mayor financiamiento del Estado para hacer más de lo mismo (la primera de las tres opciones), solo restaban dos alternativas razonables. La primera era llevar la empresa a su liquidación ordenada; la segunda, fortalecer financieramente a la empresa a la vez que se cambiaba de manera radical su gobernanza y gestión. Para esto resultaba indispensable traer prácticas privadas de gestión empresarial a Petroperú. El directorio presidido por el Sr. Stark recomendó la última de estas opciones y trabajó para que esta se pudiese materializar, pero no encontró eco en el gobierno. Este último parece inclinarse por la opción de “más de los mismo” y, peor aún, con “más de...

El discurso de 28 de julio: entre el sueño y la realidad

Fuente: Gestión Este domingo, la presidente Dina Boluarte dará su segundo mensaje a la nación de 28 de julio. Esperemos que esta vez nos plantee una hoja de ruta clara para el periodo que le queda por delante. Sería muy bienvenido que pase del modo “sobrevivencia, cueste lo que cueste”, al de “visión y liderazgo”. A continuación, presento elementos de tres tipos de discurso presidencial que podríamos escuchar: “el soñado”, “el posibe” y “el que probablemente escuchemos”.  “EL SOÑADO”: Se caracterizaría por anuncios concretos en lo económico, la serguridad, la salud, la educación y lo institucional. En economía: se anunciarían medidas para  promover un shock de inversiones (APPs, destrabe de grandes proyectos y desregulación), fortalecer nuestra macroeconomía (déficit fiscal a 2.5% en el 2024, disminuir exoneraciones, simplificar regímenes tributarios y limitar el endeudamiento de entes subnacionales), y racionalizar la actividad empresarial del Estado (gestión privada para Pet...

¿Por qué perdemos tantos arbitrajes?

Fuente: Diario Gestión Los hechos demuestran que los funcionarios públicos ganan poco al tomar decisiones, pero pueden perder mucho cuando toman riesgos y deciden sobre un tema controversial. La consecuente inacción –explicada por “el pánico a firmar”– trae pocas consecuencias personales para los burócratas, pero termina siendo extremadamente perjudicial para la sociedad. El que no se tomen decisiones o que estas demoren una eternidad perjudica la provisión de bienes y servicios públicos y traba el funcionamiento del sector productivo.  En esta ocasión, nos concentraremos en la relación entre el pánico a firmar y los arbitrajes del sector público. También nos referiremos a las decisiones insensatas de algunos políticos y los consecuentes arbitrajes que ocasionan. En ambos casos, los peruanos perdemos mucho.  La renuencia a tomar decisiones y enfrentar enormes riesgos personales, ha llevado desde hace muchos años a que los funcionarios prefieran dejar que la decisión la tome un...