- Contra la mayor parte de los pronósticos, la desaceleración de la economía peruana se acentuó durante el primer año del gobierno de PPK. Sin duda, shocks exógenos –como Lava Jato y el Niño Costero–contribuyeron a este inesperado y preocupante resultado. Sin embargo, no todos los shocks fueron negativos. El entorno internacional fue relativamente favorable para el Perú: mientras que en el año 2015, los precios de nuestras exportaciones disminuyeron en 15%, en lo que va del gobierno de PPK, estos subieron de manera importante: en el segundo semestre del 2016, aumentaron en 8%, y el incremento anualizado a mayo de este año superó el 12%.
- Sin embargo, esta mejora en los precios de nuestras exportaciones –según algunos economistas, el principal factor dinamizador de nuestra economía– no fue suficiente para revertir la desaceleración. Esta última se vio agravada por la contracción de la inversión pública, y por el ruido político –la confrontación y la incertidumbre– que no contribuyó a reanimar la inversión privada. El gobierno concentró sus esfuerzos en políticas relacionadas a la oferta, cuyos efectos recién podrían sentirse en el mediano y largo plazo, pero descuidó la demanda, cuyos efectos son casi inmediatos. Mirando para atrás, el manejo de la política macroeconómica no fue óptimo, y resulta evidente que el manejo de la política-política fue aún peor, resultó funesto.
- Hace poco hablaba con un cliente, un inversionista extranjero que, lamentándose del decepcionante nivel de ventas de su filial en el Perú, me decía: “La verdad es que no entendemos lo que está pasando; cuando Keiko ganó el Congreso y PPK la Presidencia, nosotros celebramos. Pensábamos que teníamos por delante diez años de gobiernos amigables a la inversión privada y de crecimiento económico: primero PPK y luego Keiko… Pero ahora estamos desconcertados. Por supuesto, ya no planificamos a diez años, ¡si no sabemos qué esperar para los próximos doce meses...!”
- La falta de un entendimiento básico de las dos principales fuerzas políticas del país nos ha pasado una factura muy cara. Todos hemos perdido, incluyendo ambas agrupaciones políticas. Sin duda, ponerse de acuerdo en torno a metas comunes no es una tarea fácil, aún entre aquellos con ideas similares; sino, miremos el reciente cisma del Frente Amplio. Pero a diferencia de la extrema izquierda, cuya probada vocación por el divisionismo le ha impedido llegar al poder hasta hoy, Fuerza Popular y Peruanos por el Kambio, tenían la responsabilidad histórica de ponerse de acuerdo y sacar el país adelante en vísperas del bicentenario patrio. Y la verdad es que hasta ahora ninguna de estas dos fuerzas políticas estuvo a la altura de las circunstancias. ¡Están jaladas!
- Frente a la triste constatación de la inmadurez política de nuestros principales líderes, la iniciativa de la semana pasada de Keiko de reunirse con PPK nos tomó por sorpresa y generó una nueva esperanza (¡es lo último que se pierde!). Ojalá que la reunión de este martes efectivamente marque un hito, un antes y un después. Tras la reunión, el Presidente Kuczynski expresó su optimismo y consideró que la reunión rendiría frutos en un futuro no muy distante. Para que esto sea así, el acercamiento tiene que ir mucho más allá de una simple reunión; urge establecer una agenda de trabajo conjunto en torno a metas concretas y ponerla en manos de actores clave con vocación de concertar. Lo que el país les pide a ambas fuerzas políticas es que delineen un norte claro, que trabajen más y con menos bulla; en corto: que se dejen de necedades y de jugar con el futuro del Perú.
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