1.
Estimados
compatriotas, recientemente hemos asumido con seriedad, pero también con entusiasmo,
la responsabilidad de conducir las riendas del Estado. […] Esperamos dejar el
gobierno habiendo reencarrilado el país hacia el desarrollo sostenible, con una
economía pujante, y con un Estado que potencie los esfuerzos de los peruanos por
alcanzar mayores niveles de bienestar, en vez de entorpecerlos.
2. Administrar
el Estado peruano no es fácil. Es un organismo que ha crecido de manera
desordenada, con objetivos poco claros, y muchas veces contradictorios. Sin
embargo, somos conscientes que este aparato estatal se financia con el dinero
de todos los peruanos y que, por lo tanto, el uso de estos recursos debe
hacerse de manera transparente y eficiente. A muchos les preocupa que la
recaudación fiscal sea baja. Indudablemente lo es, pero les pregunto: ¿cómo
plantear extraerle más dinero a los contribuyentes, si es que a diario vemos
que los recursos fiscales se dilapidan o, peor aún, desaparecen producto de la
corrupción y la ineficiencia?
3.
Hemos
comprobado que existen una serie de instituciones y programas estatales que en
la práctica son irrelevantes, con un impacto nulo o, incluso, negativo sobre el
bienestar de los peruanos. Nuestra primera tarea será emprender la
racionalización del Estado, terminando con la atomización, duplicidad y/o
desarticulación de los programas públicos. En un plazo de 100 días regresaremos
con un diagnóstico claro y un primer listado, bastante detallado, de aquellos
programas e instituciones que serán cerrados, fusionados o reestructurados a
fin de dejar de despilfarrar los recursos de los peruanos. Recién entonces
pediremos la delegación de facultades legislativas para modificar nuestra
estructura tributaria, a fin de poder contar con más recursos fiscales, que no
serán dilapidados y que se destinarán a financiar un Estado que se dedicará a
cumplir con sus funciones básicas, con metas claramente definidas, y no a
entrometerse innecesariamente en la vida de las personas y de las empresas.
4. Sin
duda, nuestro Estado debe atender con prioridad a los más necesitados, no
podemos darles la espalda. Esta es la base de cualquier contrato social, de la
paz y el orden. Debemos combatir la pobreza con eficacia y no permitir que esta
se expanda. En 100 días presentaremos un diagnóstico de los programas sociales
y un plan de racionalización, focalización y fortalecimiento de los mismos.
5.
Los
problemas que hemos heredado son múltiples y complejos, como también lo son las
oportunidades. El Estado buscará facilitar la labor creativa y emprendedora de
millones de peruanos y de cientos de miles de empresas, que son los llamados a
identificar y explotar las enormes oportunidades que tenemos frente a nosotros.
Por eso, el Estado no puede seguir siendo la fuente de trabas burocráticas que
hoy entorpecen nuestro desarrollo. En cien días, vendremos con un listado muy
extenso de normas a ser derogadas o simplificadas y con una propuesta de
mecanismo de consulta y de incentivos para la continua simplificación del
Estado y de la actividad emprendedora de los peruanos.
6. Y no
podemos dejar de referirnos al imperio de la ley y el orden. En muchas
actividades y en muchas zonas del país –incluso en Lima–, el Estado está
ausente y en ellas impera la ley del más fuerte o del más vivo. El Perú necesita
orden y justicia; sin ellas, no hay progreso. No tengan dudas, seremos
implacables en imponer el orden y fortalecer la justicia.
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