1.
Nuestro
mar es uno de los más ricos del mundo por los recursos hidrobiológicos que
alberga. La gran abundancia de estos recursos lleva a que su explotación
registre una altísima productividad y genere una renta económica significativa.
Nuestras dos principales pesquerías, anchoveta y pota, son enormes en relación
a estándares internacionales. Sin embargo, diversos aspectos de nuestra
regulación pesquera generan distorsiones que llevan a que destruyamos su valor
en vez de potenciarlo.
2.
Es
inaudito cómo no nos damos cuenta de que el Perú debería ser la primera
potencia pesquera del mundo. La naturaleza nos ha bendecido con una enorme
riqueza natural y nosotros no estamos explotando esta oportunidad como
deberíamos. Muchas veces, los intereses mezquinos de corto plazo de unos cuantos
priman sobre el bienestar de largo plazo de la mayoría.
3.
Tal
como lo señala nuestra Constitución, estos recursos son de todos los peruanos, pero
no sólo de los que nos beneficiamos de ellos ahora, sino y sobre todo de las
generaciones futuras. Por lo tanto, el velar por la sostenibilidad de estos recursos
debe ser una responsabilidad compartida por todos los actores del sector. Pero
asegurar la sostenibilidad no viene gratis: cuesta, demanda recursos humanos
calificados, instituciones fuertes y tecnología de punta.
4.
Seamos
claros: nuestra riqueza marina produce una enorme renta que debería ir en mayor
proporción que la actual al dueño último del recurso –el Estado– a través del
pago de derechos de pesca razonables. Sin embargo, en la actualidad, en la
mayoría de nuestras pesquerías no se paga derechos de pesca (regalías) y en
aquellas que sí se paga, la regalía es muy pequeña en relación a la renta del
recurso que ha sido transferida a los armadores privados, ya sean estos grandes
o pequeños, industriales o artesanales, formales o informales.
5.
El
análisis del régimen de derechos de pesca vigente muestra que éste es
deficiente, carece de sustento económico y no se guía por objetivos de política
claros y compartidos. En este contexto, no es sorprendente que la recaudación
de derechos de pesca no permita financiar lo que una administración eficiente y
moderna de las pesquerías demanda. Y, lo que es peor, hay poca transparencia en
el uso de los escasos recursos que se recaudan. El resultado: vamos perdiendo
nuestro sitial en la pesca mundial. ¿Cómo podemos asegurar la sostenibilidad de
nuestros recursos hidrobiológicos si no invertimos en investigación, en
supervisión y en capacitación?
6.
Al
cumplirse los 10 años de la ley de cuotas individuales en la pesquería
industrial de anchoveta, el Produce ha anunciado que revisará los derechos de
pesca. ¡Enhorabuena! Es hora de hacerlo y hacerlo bien: de manera transparente,
en base a objetivos y criterios compartidos. Y como ya se dijo, no hay razón
alguna por la que esta revisión de los derechos de pesca esté limitada a esta
pesquería. Si queremos ser la primera potencia pesquera del mundo, como
deberíamos serla, necesitamos financiar este esfuerzo a través de derechos de
pesca razonables y asegurar un uso transparente y eficiente de estos recursos.
7.
Es
probable que algunos que hoy hacen usufructo de nuestra riqueza pesquera sin
pagar por ello o pagando muy poco, se quejarán al tener que pagar más, pues a
nadie le gusta que le toquen el bolsillo. Sin embargo, hay que notar que en la
actualidad más del 80% del costo de gestionar nuestras pesquerías se financia
con impuestos generales, por lo que hoy a todos los contribuyentes nos están
metiendo la mano al bolsillo para gestionar nuestras pesquerías en beneficio de
unos cuantos.
Comentarios
Publicar un comentario