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Indignación, cuestión de confianza e instituciones eficientes

  1. El domingo pasado, el Presidente Vizcarra se dirigió a la nación de manera clara y contundente. Expresó el sentir de millones de peruanos, quienes estamos, junto al presidente, indignados, hartos de la corrupción y de los políticos. Antes de escribir estas líneas, volví a escuchar su mensaje y, la verdad, fue un extraordinario discurso. Su popularidad debe haberse disparado y era altamente improbable que los congresistas –cuyo nivel de aprobación ya cayó por debajo del subsuelo se atrevieran a hacer caer al Gabinete Villanueva. 
  2. Al analizar la improbable negativa a la cuestión de confianza planteada por el Ejecutivo, un colega comentaba que muchos de los congresistas no se atreverían a exponerse al cierre el Congreso, porque esto implicaría quedarse sin los beneficios de los que hoy gozan y que indefectiblemente perderán el 28 de julio de 2021, con o sin reforma constitucional. ¿Por qué adelantar el fin de un periodo extraordinario y probablemente irrepetible en la mayoría de las vidas de los hoy congresistas? “La billetera es el nervio más sensible del cuerpo… y los padres de la patria están muy nerviosos” concluía sonriendo mi amigo.  
  3. Ante el chicotazo de Vizcarra, el Congreso se puso las pilas y el martes aprobó por unanimidad la reforma del Consejo Nacional de la Magistratura. ¡Enhorabuena! Desde mi punto de vista, esta era la más urgente e importante de las reformas planteadas (la segunda sería la del financiamiento de los partidos). Esta reforma y la necesaria salida de personajes muy cuestionados de la Fiscalía y del Poder Judicial abrirían las puertas para su reforma efectiva. Necesitamos salir rápidamente de aquellos malos elementos que debilitan la administración de justicia en el país. Pero seamos claros, el camino es largo; atraer gente proba y preparada al Poder Judicial va a tomar tiempo. 
  4. Por otro lado, Fuerza Popular ya señaló que –aunque no necesariamente está de acuerdo con ellas– va a apoyar las reformas planteadas por el presidente Vizcarra respecto a la no reelección de los congresistas y la bicameralidad, por lo que su aprobación es casi un hecho. Sinceramente, dudo que estas contribuyan a mejorar nuestro sistema político. Con respecto a la primera, el porcentaje de los congresistas que han sido reelegidos en las últimas tres elecciones es muy bajo y varios de los que han sido reelegidos son los que mejor trabajo hacen en el Congreso. El problema no está en la reelección, sino en la calidad de la mayoría de los postulantes al Congreso, y sobre esto no hay reforma ni propuesta alguna planteada.
  5. Y con respecto a la bicameralidad, ¿acaso dicho sistema asegura por sí mismo un mejor proceso de producción de leyes? ¿Cuál es el número óptimo de senadores y de congresistas? ¿130? ¿Está el Ejecutivo seguro que su propuesta va a mejorar las cosas en el corto o mediano plazo? Creo que este tema hay que pensarlo mejor, sin la espada de Damocles de “me lo apruebas o te cierro”. Por suerte, el Ejecutivo ya aclaró que su intención no es cerrar el Congreso. Parece ser que solo les estaba jalando las orejas. Ahora, con más de 250 orejas coloradas y 130 congresistas trabajando para no arriesgar su chamba, hay la oportunidad para trabajar en serio.  
  6. El domingo, el presidente Vizcarra nos habló con claridad de la urgente necesidad que tenemos de fortalecer nuestras instituciones: “El Perú, para crecer, necesita de instituciones sanas y transparentes.” Pero esto no basta señor presidente, el diseño de estas instituciones también debe ser eficiente. Ojalá la necesaria discusión en el Congreso de las reformas restantes contribuya a su perfeccionamiento y eficiencia.

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