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- “¿Y ahora quién podrá defendernos?...” fue la pregunta que parecen haberse hecho muchos peruanos tras el discurso de 28 de julio del Presidente Martín Vizcarra. Su anuncio de adelantar las elecciones generales en un año nos agarró de sorpresa a la mayoría de nosotros. La verdad es que esta opción no estaba en el radar, por lo menos no en el mío. Y ahora no queda más que replantearnos los escenarios, adecuar los planes y seguir trabajando.
- Como el anuncio no fue anticipado, causó sorpresa e, incluso, generó una sensación inicial de mayor incertidumbre. Sin embargo, tras digerir la noticia y pensarlo con tranquilidad, cabe preguntarnos si esta decisión realmente traerá consecuencias negativas para la economía o para nuestras instituciones políticas. La respuesta que le demos a esta interrogante depende de contra qué comparemos la situación que debemos enfrentar ahora. ¿Cuál era el escenario base contra el que debemos hacer nuestro análisis?
- El escenario base, del cual ahora nos podríamos alejar debido al anuncio presidencial, era bastante mediocre y frustrante. En efecto, en materia económica, podíamos esperar dos años más de limitado progreso en la implementación de reformas estructurales y sectoriales coherentes con la dinamización de la inversión privada. Aunque podíamos estar seguros del compromiso con la responsabilidad fiscal y con que los pilares del modelo económico no serían socavados. En materia de instituciones políticas, el escenario base era mucho más desolador: dos años más de confrontación fraticida entre el Congreso y el Ejecutivo, bloqueo de las reformas institucionales propuestas por una comisión de expertos independientes y blindaje a personajes impresentables del quehacer político nacional.
- No creo que el escenario que probablemente nos toque vivir en los siguientes doce meses difiera mucho del que hubiéramos vivido en el escenario base, pero tiene la ventaja de durar la mitad. Si lo que nos preocupa es la inversión y la acumulación sostenida de capital en el país, es mejor dejar atrás, antes que después, esta etapa de progreso limitado en materia de reforma económica e institucional.
- ¿Haber llegado a este punto era inevitable? No lo creo, refleja la incapacidad de las partes involucradas de comunicarse y ponerse de acuerdo. No se logró generar consensos mínimos, tal vez no se tuvo los mejores operadores al frente para buscar un acuerdo o, tal vez, nunca hubo una genuina intención de llegar a un acuerdo político. El costo de esto lo estamos pagando hace ya bastante tiempo.
- Como ya se indicó, el nuevo escenario nos obliga a cambiar los planes y a adecuarnos a un nuevo entorno. En Petroperú, la empresa más grande del país que viene implementando el proyecto de inversión pública más importante de la actualidad, tenemos que repensar la estrategia aprobada, pues el diseño inicialmente acordado será difícil de implementar. Lo que nos toca es analizar, ser creativos, rediseñar y buscar los consensos que necesitamos para poder hacer lo que el Perú requiere que hagamos. Por más frustrante que sea, no podemos rendirnos en la lucha por la transparencia y la eficiencia. Eso sí, demandaremos el apoyo necesario para fortalecer la empresa y salir adelante en este nuevo entorno.
- Y regresando a la pregunta del inicio, “¿y ahora quién podrá defendernos?”, solo podemos tener claro que no será el Chapulín Colorado, sino nosotros mismos, después de un análisis frío de nuestra situación actual y comportamiento pasado. No solo repitamos que el Perú es mucho más grande que sus problemas, ¡demostrémoslo!
Demostrémoslo, gran reto
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