Fuente: Diario Gestión
1. Las elecciones
presidenciales y congresales nos obligan a confrontarnos con algunos aspectos preocupantes
de nuestra realidad política. En efecto, los resultados de la votación del
domingo pasado nos obligan a comprobar una vez más la precariedad de los
partidos políticos, la fragmentación del voto, la progresiva radicalización de
algunas regiones del país (antes el sur, ahora también el centro), el creciente
alejamiento del elector de la capital del de las provincias y nuestra increíble
capacidad para elegir como congresistas a ciudadanos que, más bien, deberían
entrar a institutos correccionales.
2. Sin duda, los dos candidatos
que disputarán la segunda vuelta a comienzos de junio constituyen opciones
radicalmente distintas. El candidato más votado representa una posición de
extrema izquierda –un “rojo de los bravos” como dirían mis amigos de la DBA–,
al punto que la izquierda de Verónica Mendoza y el cura Arana perdió la denominación
de “extrema”. Por otro lado, el segundo puesto lo ocupó el fujimorismo, una
opción que no es de extrema derecha (como podrían tal vez catalogarse los dos candidatos
que le siguieron), pero sí de derecha –que combatió con éxito al terrorismo y durante
cuyo gobierno la izquierda radical perdió protagonismo–.
3. Aunque en la segunda vuelta se
enfrentarán dos polos radicalmente opuestos, es importante recalcar que tres de cada cuatro peruanos no votamos
por alguno de ellos. El electorado no está tan polarizado como podría inferirse
al analizar las dos opciones que pasaron a segunda vuelta. A pesar de que la
extrema izquierda obtuvo el primer puesto en una elección con un voto muy
fragmentado, siete de cada diez electores no votaron por partidos de izquierda.
El electorado pareciera haberse inclinado hacia la derecha en esta contienda
electoral. En efecto, según los resultados de la ONPE al 95% de las actas
contabilizadas, aquellos que votaron por candidatos pro economía de mercado superarían
el 50% de los votantes.
4. ¿Se habría salvado una vez
más el modelo de mercado? ¿Quiere decir esto que la extrema izquierda no
resultará elegida? No necesariamente. El antifujimorismo es una fuerza
importante en el Perú y no solo caracteriza a los votantes de izquierda; hay
muchos electores promercado que también son antifujimoristas. Este factor es el
que explica por qué muchos consideran que Castillo era el único candidato al
que Keiko podía vencer en la segunda vuelta, y también por qué Keiko sería la
única candidata a quien Castillo podría vencer en el repechaje. La elección
presidencial no está asegurada. El resultado va a depender de las estrategias
de campaña que desplieguen los candidatos y de los aliados políticos que logren
convocar.
5.
Para ganar, Keiko tendrá que
lidiar con el antifujimorismo, ganarse la confianza de gente que desconfía
profundamente de ella y su agrupación; probablemente tendrá que hacer un mea culpa en el campo político. Por su
parte, si Castillo quiere vencer en las elecciones tendrá que correrse al
centro, como lo hizo Humala en el 2011 en circunstancias similares. Si no lo
hace, solo podría ganar si su contendora comete errores graves.
6.
Probablemente, Keiko
Fujimori gane la elección en junio, como lo hizo Alan García frente a Humala quince
años antes. En aquel entonces, muchos electores se “taparon las narices” y
votaron por Alan. Pero recordemos que cinco años después, y a pesar de haberse
registrado un crecimiento económico muy alto, Humala fue elegido presidente. Si
el Perú se va a librar de un gobierno de extrema izquierda, se requerirá que el
próximo sea un buen gobierno, en lo económico y, sobre todo, en lo político.
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