Fuente: diario Gestión
1. La necesidad o no de cambiar de Constitución ha sido
extensamente tratada por políticos, juristas y analistas. De hecho, muchos de nuestros
futuros congresistas consideran que la Constitución de 1993 debe sustituirse
por una nueva, mientras que otros tantos se oponen tajantemente a esta idea. De
convocarse a una Asamblea Constituyente, pronto aprobaríamos la decimotercera constitución
del Perú (en promedio, una cada 15 años de vida republicana). El texto constitucional
actual tiene menos de 30 años de vida. Durante su vigencia se registró un gran
progreso en muchas áreas; pero también se desatendieron muchos problemas, que
hoy nos pasan la cuenta.
2. ¿Nos habría ido mejor con la Constitución de 1979? Difícilmente,
pues el problema no reside en la Carta Magna (de hecho, en muchos capítulos
ambas son muy parecidas). Pensar que los grandes problemas del Perú se arreglarán
o se comenzarán a resolver con un cambio de Constitución es, cuando menos,
ingenuo.
3. A corto plazo, los problemas apremiantes son la crisis
sanitaria y la económica: la falta de vacunas, el colapso de la salud pública,
la pérdida de empleo y la reducción de ingresos. Esto genera desesperanza,
frustración y rabia. Convocar a una Asamblea Constituyente para que delibere
durante un año y, en el mejor de los casos, tener una nueva Constitución en el año
2023, no resolverá absolutamente nada en estos dos años críticos que tenemos
por delante –incluso contribuiría a generar más incertidumbre y a postergar la
reactivación económica.
4. Resulta paradójico que en el Perú –un país donde la ley no
impera– muchos piensen que para arreglar nuestros problemas se requieren nuevas
leyes e invertir recursos en elaborar una nueva “ley de leyes”. Pero eso no es
todo: el Perú posee un aparato estatal fuertemente disfuncional, donde el
Estado no cumple con su rol esencial de proveer bienes y servicios públicos básicos
–como salud, educación y seguridad– y, pese a ello, muchos piensan que lo
que necesitamos es que este Estado disfuncional abarque más actividades,
aumentando su participación en la economía.
5. En los próximos debates entre los dos candidatos a la
presidencia seguramente se tratará el cambio de la Constitución Política del
país. El Sr. Castillo considera indispensable cambiar el texto constitucional.
En su plan de gobierno, dicho cambio ocupa un lugar protagónico, así lo
demuestran los dos primeros capítulos de su plan. Se propone expandir el rol
del Estado, nacionalizando empresas e interviniendo masivamente en el quehacer económico,
aunque no se menciona cómo se va a gestionar la crisis sanitaria o generar
puestos de trabajo. En contraposición, el plan de gobierno de Fuerza Popular
comienza y termina refiriéndose a la Constitución de 1993, a la cual llama “Constitución
de la Prosperidad”. Ni atisbo de cambiar el texto constitucional ni de
introducir mejoras al mismo. Sin embargo, los dos primeros capítulos plantean cómo
enfrentar el problema económico y sanitario en el corto plazo.
6. Gobernar a un Perú en crisis durante los próximos años no
será tarea fácil. Cunde la desesperanza y en este contexto algunos promueven el
enfrentamiento, sin pensar en las necesidades de las mayorías. No es lo que requerimos.
Como tampoco necesitamos volver a cambiar de Constitución –sin que esto
implique que no se puedan introducir mejoras a la actual–, lo que
necesitamos a gritos es mejorar la gestión del Estado. El problema no está en
las leyes, sino en la gestión y en los gestores. Exijamos que los candidatos
nos presenten a sus equipos de gestión, acompañados de propuestas concretas.
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