1. Cada vez son menos los peruanos que creen que la
presidencia de Pedro Castillo durará cinco años. La ausencia de visión y
liderazgo del presidente, la manifiesta incapacidad de muchos de los que ocupan
puestos clave en el Ejecutivo y el creciente tufo de corrupción que socava
progresivamente la legitimidad del gobierno son factores que no son fáciles de
revertir. Claramente, si estos problemas no se confrontan y se les encuentra
algún tipo de solución inmediata, la crisis solo se profundizará. Si el nuevo
Gabinete no viene acompañado de un cambio en la forma de gobernar, la crisis
solo de profundizará.
2. ¿Cuáles han sido los errores más importantes del actual
gobierno? A pesar del poco tiempo transcurrido, la lista no es corta. El cúmulo
de errores refleja el hecho de que el presidente –como él mismo admitió en una
entrevista en CNN– no estaba preparado para gobernar. Tal vez, este fue el
pecado original: acceder al gobierno sin estar ni lejanamente preparado para
asumir semejante responsabilidad. Es una lección que deberían aprender muchos
de nuestros políticos y de las agrupaciones políticas que se presentarán a las
próximas elecciones. Y seamos conscientes de que este problema no nace ni
termina con Castillo, a pesar de él haberlo llevado a un extremo nunca antes
visto.
3. Además de este “pecado original”, es necesario referirse
a tres problemas graves que han caracterizado este primer medio año de
gobierno: (i) haber nombrado a personas sin las calificaciones profesionales y
morales mínimas a puestos clave en el Estado; (ii) no comunicar con claridad
qué es lo que se está tratando de lograr y, peor aún, guardar silencio frente a
los diversos escándalos que afectaron al gobierno; y, (iii) no haber deslindado
con la corrupción ni con los corruptos.
4. Esto último daña a la figura presidencial y genera muchas
suspicacias: ¿por qué el presidente no protege su gobierno tomando distancia de
personajes cuestionados por posibles problemas de corrupción? En su carta de
renuncia irrevocable de este lunes, la ex presidenta del Consejo de Ministros
señala que varios de los momentos de crisis “estuvieron asociados,
lamentablemente, a posibles actos de corrupción o irregularidades cometidas por
funcionarios de alto nivel de esta administración”. En su visión, la crisis del
Ministerio del Interior “es la expresión de un problema estructural de
corrupción en diversas instancias del Estado que nos viene golpeando y que es
momento de abordar y confrontar con firmeza.” Sin embargo, poco o nada dijo
sobre la corrupción cuando era la jefa del Gabinete y ahora, cuando según ella
es el momento de abordar y confrontar ese problema con firmeza, renuncia.
5. Al día siguiente, el entonces en la picota y ahora ex Secretario
General de la Presidencia le dirigió una inusualmente dura carta de renuncia al
presidente Castillo. En ella, se refirió a “la
falta de coordinación y transparencia” del Ejecutivo y a “la nociva influencia que en sus decisiones
tienen algunos asesores de gabinete y funcionarios designados, ‘cual gabinete
en la sombra’ (…) en detrimento de la gobernabilidad y estabilidad del país (…)
pero con su anuencia, usted ha preferido mantenerlos y continuar por esta senda
de decisiones erráticas que han derivado en una grave crisis institucional”.
6. La pregunta es si, en este contexto, el gobierno podrá
sostenerse. Tenemos un nuevo Gabinete, el tercero en seis meses, y algunos de
sus integrantes ya generan cuestionamientos. ¿Hará más de lo mismo o podrá dar
un golpe de timón? ¿Enfrentará la corrupción o guardará un silencio cómplice
como el de sus predecesores? Cuando de corrupción se trata, el silencio es
ensordecedor: genera mucho ruido e inestabilidad.
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