1. El Decreto
de Urgencia Nº 010-2022 que autoriza al Tesoro Público a apoyar transitoriamente
a Petroperú con un monto equivalente a US$ 750 millones para que la empresa
pueda cumplir con sus obligaciones de corto plazo, ha vuelto a poner a nuestra petrolera
estatal en la mira. En efecto, los críticos de Petroperú ven en este hecho la
confirmación de sus antiguos temores: la nueva refinería de Talara –ese
controversial elefante blanco– la terminaríamos pagando todos los
contribuyentes.
2. Petroperú
está fuertemente sobreendeudado por haber acometido y financiado una inversión
de más de US$ 5,000 millones en Talara principalmente con deuda. Hace años que
lo sabemos; lo señalé abiertamente en el año 2019 siendo presidente del
directorio de esa empresa y pedí el apoyo del MEF para terminar la refinería
con un aporte de capital de US$ 1,500 millones de parte del Estado y no con más
deuda. Lo que se buscaba era sanear las finanzas de Petroperú y viabilizar la
entrada de capital privado a fin de capitalizar aún más la empresa y mejorar su
gobernanza. Sin embargo, tras mi salida, se optó por el camino del sobreendeudamiento,
alguna de cuyas consecuencias estamos viendo hoy.
3. ¿Es este
apoyo financiero de emergencia una consecuencia directa del sobreendeudamiento?
Probablemente. Si la empresa no estuviese sobreendeudada, podría haber accedido
a financiamiento de la banca o en el mercado de capitales. Sin embargo, la actual
crisis de liquidez que obligó a recurrir al apoyo de “papá Estado”, responde sobre
todo a la poco transparente y muy deficiente gestión de Petroperú en el periodo
del señor Hugo Chávez.
4. Es
inconcebible que, en un contexto de escándalos de corrupción, la gerencia de
Petroperú confrontase a la Contraloría, se distanciase de sus auditores
externos y los amenazase con demandarlos, todo lo cual contribuyó a la
reducción en la calificación de riesgo de la empresa. Pero eso no es todo. Además,
se acortó el plazo de pago a los proveedores, incrementado así la necesidad de
capital de trabajo de la empresa y las necesidades de financiamiento de corto plazo.
Pero los bancos, lejos de atender las mayores necesidades financieras de la
empresa, optaron por cortarle las líneas de crédito. La razón es simple: falta
de confianza en una gestión muy poco profesional y transparente.
5. Frente a la
crisis de liquidez heredada por el nuevo directorio de Petroperú, no había
muchas otras opciones a la de recurrir al apoyo del Estado. Campodónico y su
equipo habían tomado una serie de acciones rápidas en la dirección correcta:
acercamiento con la Contraloría, acuerdo con la auditora externa para contar
con estados financieros auditados cuanto antes, acercamiento a los acreedores
para explicar la situación y dar las seguridades del caso, así como la remoción
de personal no calificado contratado por la anterior administración. Sin
embargo, reconstruir la confianza va a tomar tiempo y repagar el préstamo del Tesoro
antes de fin de año no va a ser fácil.
6. Este
episodio nos deja una serie de lecciones: (i) la gestión de las empresas
públicas generalmente está sujeta a injerencia e interferencia política; (ii)
los errores en la gestión de las empresas públicas los pagamos todos; y (iii) la
deuda de Petroperú es “cuasi-soberana”, cuenta con la garantía implícita del
Estado (la cual se hizo ahora explícita), su riesgo es bajo y, por eso, siempre
habrá la tentación de seguir endeudándose y endeudándonos.
7. Solo para
terminar, no olvidemos que Petroperú también está en la mira de Perú Libre,
quien parece no escatimar esfuerzos por volver a controlar su directorio. ¿Para
hundirla aún más? Este es un nuevo capítulo de “La Tragedia de las Empresas sin
Dueño”. ¡Qué lamentable!
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