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Fuente: Diario Gestión

  1. Después de casi 20 años desde que empezó a producir Camisea, solo Lima y Callao e, incipientemente, algunas otras ciudades de la costa acceden a este importante recurso. Consecuentemente, algunos analistas y muchos políticos afirman que la política de “masificación del gas” ha sido un fracaso. Los analistas aducen problemas en el diseño de la política y falta de recursos fiscales para subsidiar la infraestructura que, por razones de mercado, no es rentable desarrollar para los agentes privados.
  2. Sin embargo, es importante recordar que, en la actualidad, la electricidad generada por las centrales termoeléctricas que se abastecen del gas de Camisea representa más del 50% del consumo nacional de electricidad en los meses de estiaje (junio a noviembre). Así, en los últimos años, todos los peruanos –en Lima y en todas las ciudades y poblados que están interconectados al sistema eléctrico– nos hemos beneficiado con el gas de Camisea, pues todos hemos accedido a una energía mucho más barata de la que hubiésemos tenido sin Camisea.
  3. La demanda interna todavía no es suficiente para explotar plenamente el gas del Lote 88 (destinado exclusivamente al consumo local). Por ello, el Consorcio de Camisea se ve obligado a reinyectar 25% del gas que extrae. Esto es un proceso oneroso que reduce sus utilidades y, por lo tanto, los impuestos que recauda el Estado. Podríamos decir que el Estado peruano financia el 30% del costo de la reinyección del gas y lo hace con el objetivo de “disminuir la producción hoy para guardar gas para mañana”.
  4. Al respecto es importante notar que la demanda local de gas no tenderá a incrementarse sino, más bien, podría disminuir. En efecto, se prevé que el principal demandante local de gas natural –la actividad de generación eléctrica– irá reduciendo su requerimiento de gas ante la irrupción masiva de las energías renovables que progresivamente desplazarán a las unidades térmicas.
  5. Por otro lado, Europa está enfrentado una crisis energética sin precedentes por la gran dependencia que tiene del gas natural de Rusia y las consecuencias de la invasión de Ucrania. En este contexto, existe una oportunidad extraordinaria de arbitraje entre los dos mercados del gas natural: el mercado local con precios bajos y demanda insuficiente y decreciente a futuro; y el mercado europeo, ávido de obtener gas ante la llegada del crudo invierno boreal y que está pagando precios exorbitantes.
  6. Debemos monetizar la riqueza que tenemos en el subsuelo, ahora cuando el mercado internacional la valora y no mañana cuando, sin duda, valdrá mucho menos. Los beneficios para el país serían inmensos, sobre todo para el Estado. Recordemos que las regalías se cobran en función del mercado de destino. Lo que en el Perú cuesta US$ 2 (el millón de BTU) en Europa vale US$ 70. Esto es una proporción de 35 a 1, y eso que aún no empieza el invierno boreal (!).
  7. Si el país incrementara su exportación de gas en 100 millones de pies cúbicos al día con parte del gas que hoy reinyecta, las ventas adicionales superarían los USD 3,000 millones/año a los precios actuales. Esta sería la “torta” a repartir entre toda la cadena del gas, pero sin duda, la parte del león se la llevaría el Estado peruano (regalías y el impuesto a la renta aplicado a toda la cadena del gas). Así, el Estado contaría con los recursos para subsidiar la llegada del gas (y no solo de electricidad) al interior del país. Mención aparte merece el inmenso ingreso por canon que obtendría la región Cusco y sus gobiernos subnacionales.
  8. ¿Correríamos el riesgo de quedaremos sin gas para el consumo local? De ninguna manera, pues existe mucho más gas enterrado del que podemos consumir, sobre todo cuando la demanda de las termoeléctricas irá a la baja. Se debe reservar un volumen de gas que realistamente pueda ser consumido localmente en los próximos 25 años, pero el resto habría que monetizarlo cuanto antes. No hay que perder de vista el objetivo: masificar el gas para que llegue a más peruanos. Y ello requiere recursos económicos con los cuales no cuenta el Fisco y a los cuales podría acceder si se permitiera la exportación parcial del gas del Lote 88 en esta coyuntura tan extraordinaria.
  9. Estamos ante una solución gana-gana. Ganamos todos, pero principalmente el Estado peruano que tendría los recursos para implementar una política verdaderamente eficaz de masificación del gas y desarrollo de infraestructura gasífera. Sería miope seguir sosteniendo aquello de que “el gas no se exporta”, pues el gas es muy valioso hoy y afuera, no mañana y adentro. Si no somos capaces de entenderlo, habremos perdido otra oportunidad extraordinaria para apalancar nuestro desarrollo económico y social.


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