Fuente: Diario Gestión
- Empecé mi última columna del año pasado narrando un brindis que había escuchado pocos días antes: “Quiero terminar agradeciendo al Dr. Aníbal Torres por haber facilitado este inesperado pero bienvenido desenlace. Gracias Dr. Torres –y también Sr. Castillo– por habernos ahorrado más desgaste y sufrimiento innecesarios; gracias por haber transparentado su falta de escrúpulos y de convicciones democráticas; gracias por haber cerrado de una manera tan anecdótica y pacífica un nefasto periodo de desgobierno y corrupción. ¡Gracias y salud!”
- Lo vuelvo a resaltar, no solo porque puede ayudar a sentirnos mejor (por lo menos tiene ese efecto en mí), sino porque es vital recordar de dónde venimos y los riesgos que aún enfrentamos. No hay que olvidar que las fuerzas antidemocráticas que perdieron formalmente el poder el 7 de diciembre de 2022, estaban destruyendo mucho de lo avanzado en los últimos 30 años y lo estaban haciendo abiertamente desde el aparato estatal, el cual habían copado. Ahora están reorganizándose para retomar el poder, probablemente sin intención alguna de volverlo a perder. Seamos conscientes del terrible peligro que nos acecha. No se trata necesariamente del socialismo (estatismo) y la pérdida de nuestras libertades, sino de un populismo corrupto, arbitrario, incapaz, y ferozmente empobrecedor.
- La frustración e indignación que sienten millones de peruanos con nuestra clase política y con la supuesta clase dirigente del país –agravadas por el empobrecimiento producto del deficiente manejo económico y político del actual gobierno– nos lleva nuevamente a un derrotero electoral muy peligroso. En un contexto caracterizado por la pérdida del norte, volver a caer en manos de grupos radicales, populistas e irresponsables no resulta difícil; más bien, es altamente probable. En efecto, la falta de liderazgo e ideas del actual gobierno –aparentemente identificado por el electorado como la alternativa de turno al populismo de izquierda– nos está llevando a un potencial descalabro electoral en el 2026.
- La pelea la estamos perdiendo en el terreno de las ideas, donde lo que menos abunda son las ideas sensatas. Mientras que la derecha se ha quedado aparentemente sin propuestas atractivas para el electorado, diferentes grupos de izquierda vuelven a enarbolar propuestas populistas irresponsables, que pueden llevarnos al naufragio. En efecto, plantean cambiar el capítulo económico de la Constitución, regulando más los mercados e incrementando el rol del Estado en la economía. Buscan acotar la iniciativa privada y ampliar el aparato estatal, supuestamente con el fin de promover la justicia social cuando sabemos que sucederá todo lo contrario.
- Frente a los cantos de sirena del populismo irresponsable, necesitamos de una narrativa políticamente atractiva sustentada en tres ideas básicas: (i) invertir para generar puestos de trabajo que reduzcan la pobreza; (ii) reformar el Estado para que brinde de manera eficiente servicios públicos de calidad (salud, educación, seguridad ciudadana); y (iii) combatir frontalmente la corrupción. Solo así podrá haber progreso y justicia social. Devolvamos la esperanza a los peruanos uniéndonos alrededor de ideas sensatas.
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