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Del catchascán al por quién votar


  1. La segunda vuelta electoral está llegando a su fin. ¡Finalmente! A pesar de los debates formales, los electores no tuvimos la oportunidad de presenciar un real intercambio de ideas y menos una evaluación de propuestas concretas. Más bien, tuvimos la ocasión de presenciar espectáculos de catchascán casi tan buenos y “realistas” como aquellos que se presentaban en el Coliseo Amauta en la década de los setenta.
  2. Tras el “debate técnico” en Cusco el 15 de mayo, el domingo pasado vimos cómo los dos candidatos entraron al ring en Piura y cómo desde un comienzo cada uno trató de derribar a su oponente con cuanta llave se le venía a la mente: “la doble Nelson”, “la bisagra”, “el candado”, “el avión”... Me parecía estar reviviendo un programa de “Los colosos del Catch” que se transmitía en aquella época. Ingenuamente me había sentado frente a la TV con un cuaderno para tomar notas, pero ya era tarde cuando me di cuenta que más bien debí haber llevado canchita. Las exclamaciones aprobatorias y/o los abucheos de aquellos con quienes vi el “debate” no hacían sino confirmarme la naturaleza del espectáculo.


  3. Y reflexionando en torno a este nuevo proceso electoral, se me viene a la mente el extraordinario ensayo de Mario Vargas Llosa “La civilización del espectáculo”. Si no lo ha leído aún, no deje de hacerlo. A diferencia del MVLL político, al MVLL intelectual es realmente un placer leerlo. Tal vez la frustración que sienten algunos (yo incluido) al ver el espectáculo frívolo y chabacano en que ha devenido la política refleja un prejuicio elitista del observador o una actitud melancólica como la que parece caracterizar a Vargas Llosa en su ensayo. Pero ¿qué melancolía podríamos sentir si la política en nuestro país no ha sido mucho más alturada en el pasado que la que nos ha tocado vivir en el presente?

  4. Dado que en menos de dos semanas deberemos votar nuevamente, tal vez lo mejor sea dejar el catchascán electoral de lado. Claramente, elegir entre Keiko y PPK no es lo mismo que elegir entre Keiko y Verónika o entre PPK y Verónika. Para muchos, Keiko y PPK se parecen mucho más entre sí que cualquiera de ellos a Verónika. Y justamente por esto hay que pensar más el voto.

  5. Aunque ambos candidatos favorecen las libertades políticas y económicas, propugnan una economía de mercado y promueven la inversión privada; sus propuestas económicas no son similares, como tampoco lo son sus posibilidades de llevarlas a cabo. Alfredo Thorne fue claro en el Cusco: “se trata de escoger entre dos modelos económicos muy distintos”. Thorne, un economista con muy buenas credenciales, propone un cambio importante al modelo vigente hace 25 años: reducir los impuestos y el rol del Estado, empoderando al individuo. Elmer Cuba, el vocero económico de Keiko, también con excelentes credenciales, se opone a la reducción de impuestos, pues ve en ella un gran peligro a la estabilidad macroeconómica. Más bien, propone revertir la reducción del impuesto a la renta del ministro Segura y ejecutar un shock de inversión pública.

  6. La propuesta económica de PPK es, sin duda, la más riesgosa por sus probables consecuencias fiscales, pero es la más novedosa. La propuesta de Keiko es la más prudente y, macroeconómicamente, no difiere mucho de lo que se ha implementado en los últimos años. El problema para ambos programas es la situación fiscal que encontrará el nuevo gobierno: complicada y en vías de complicarse más. Y probablemente esta realidad macroeconómica termine aplicándole la llave “doble Nelson” a cualquier propuesta fiscal muy expansiva. 

Memorándum Económico No. 2016-11

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