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Optimismo de fin de año



  1. Estamos terminando el 2018, las empresas cierran su contabilidad, muchos gerentes comparan los resultados con sus presupuestos, calculan posibles bonos o, en su defecto, piensan en buscar un nuevo trabajo… Para muchos, diciembre es un mes de unión o, por lo menos, de mucha reunión. Y aunque no siempre, a veces nos damos el tiempo y el espacio para repasar lo que sucedió en los once meses previos, para agradecer por seguir estando aquí y para identificar oportunidades de mejora. 
  2. Al comparar este diciembre con el del 2017, creo que la mayor parte de los peruanos nos sentimos aliviados con el devenir de la política nacional y con el hecho de que, después de todo, la economía se comportó bastante bien. Hace un año, el enfrentamiento entre las dos principales fuerzas políticas del país había llegado a niveles insostenibles. El fujimorismo quería tumbarse a PPK a como diese lugar y PPK, lejos de gobernar, daba tumbos, medio perdido en el campo de batalla político. Bueno, pasó el tiempo, PPK cayó y Keiko también. Martín Vizcarra surgió de improviso y pareciera que, lejos de ser un político improvisado, tuvo la visión y la astucia para capitalizar rápidamente el enorme descontento popular con la clase política del país. 
  3. Sin embargo, muchos analistas se han dedicado a descalificar a Vizcarra, consideran que el referéndum fue mal planteado, que priorizó el corto sobre el largo plazo, que no tiene una agenda económica post referéndum. Vaticinan que con las reformas aprobadas nada va a cambiar y que lo único que va a pasar es que su popularidad va a caer. Y, ¡ay mamita!, ahí nos quieren ver. “Habremos regalado el país a los radicales o a los populistas. Si no, miren los resultados de las elecciones regionales. Que si Aduviri, que si Cáceres, que si Antauro…” Por el lado de la economía, no avizoran reformas importantes, dudan que se ejecuten nuevos megaproyectos, consideran que la burocracia estatal es cada vez más ineficaz, y temen que el entorno internacional se deteriore y no sea consistente con un crecimiento económico más dinámico. 
  4. La verdad que frente a tanto pesimismo infundado, prefiero poner Netflix o leer una buena novela. Sin embargo, lo que hago –al igual que la mayoría de peruanos– es dedicarme a trabajar, a sacar nuestra empresa adelante, a generar valor para nuestros clientes y para los que laboramos en ella. Es difícil entender cómo muchos opinólogos no valoran el progreso alcanzado, aun en un año tan difícil como el que termina. En efecto, en el 2018, en el medio de una crisis política mayúscula, la economía crecerá cerca del 4% y es probable que el próximo año también, con lo cual –como señalé en mi última columna– el PBI per cápita se incrementará en 3% al año, el nivel alcanzado en la década de mayor crecimiento de nuestra historia, y un nivel muy por encima del de América Latina. 
  5. Hay varios megaproyectos en marcha y pueden haber varios más si es que el gobierno y el sector privado se remangan las camisas y se ponen a trabajar de manera coordinada. El gobierno tiene una enorme oportunidad  para hacer unas cuantas cosas importantes bien hechas (nos referiremos a ellas en la última mesa redonda de este año). Para ello, debe focalizar sus esfuerzos y atraer a profesionales más proactivos y ejecutivos a dirigir el aparato estatal. Aproveche este diciembre, señor presidente, para tomar aliento y prepararse para gobernar en esta nueva etapa que, con lucidez sorprendente, usted se ha generado. Si no lo hace, cuídese del electorado peruano, pues ha demostrado ser implacable con los políticos que lo defraudan.

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