- La semana pasada, al cancelar la realización del referéndum revocatorio, el gobierno de Maduro asestó un nuevo golpe a la democracia venezolana y demostró una vez más el carácter dictatorial de su gobierno. Mientras Venezuela se sigue hundiendo en una creciente crisis económica, social y política, muchos se preguntan: ¿cómo así no explota Venezuela? ¿cuántos presos más? ¿cuántos muertos más? Según el Observatorio Venezolano de Violencia, en ese país se registran más de 25,000 muertes violentas al año y durante el gobierno chavista han muerto más de 250,000 personas de manera violenta. ¿Cómo aguantan los venezolanos?
- ¿Será porque la crisis y la dictadura se introdujeron de manera progresiva y no de golpe? ¿Se aplica acaso la fábula de la rana en la olla?: “Si echamos una rana en una olla con agua hirviendo, esta salta inmediatamente y se salva. En cambio, si la ponemos en una olla con agua fría esta se queda tranquila, nadando, y al prender la hornilla y calentarse el agua paulatinamente, la rana no reacciona, más bien se va adaptando al calor hasta morir cocinada.” Ahora, el agua está hirviendo en Venezuela y la rana (el pueblo) no salta. Pero no son los venezolanos los únicos que no saltan, los países latinoamericanos tampoco lo han hecho: la OEA y su Carta Democrática parecen estar pintados en la pared.
- El Perú bajo Humala tuvo una actitud complaciente con el chavismo y los abusos que se cometían en el país llanero. Las causas de esa actitud son conocidas. Recordemos, aunque sea con vergüenza, que tras unas airadas declaraciones de Nicolás Maduro, el presidente Humala procedió a remover al canciller Roncagiolo. El chavismo intervino en nuestra política de una manera poco solapada: financió las campañas de Humala, las casas del ALBA en nuestro país y hasta impuso cambios en el gabinete ministerial peruano. Hoy las cosas son diferentes. El presidente Kuczynski expresó con claridad la nueva posición del Perú en su discurso ante la ONU, cuando reclamó el respeto por la democracia en Venezuela. Y volvió a hacerlo el viernes pasado cuando apoyó las manifestaciones pacíficas de las mujeres en Venezuela.
- El fin de Maduro se acerca, se cae de maduro. Pero la agonía puede ser innecesariamente larga y costosa, incluso puede ser más sangrienta de lo que ya viene siendo. Debemos ser solidarios y no cómplices de lo que Maduro y sus secuaces son capaces de hacer. Acordémonos que Maduro ha interferido indebidamente en nuestros asuntos internos; no es un amigo del Perú, sino todo lo contrario.
- ¿Qué puede hacer el Perú? PPK ha dado un importante golpe de timón y puede capitalizar a partir de sus primeros pasos. Sin embargo, para contribuir a un cambio real no debemos actuar solos, no tendría sentido llamar a nuestro embajador en consulta o retirarlo, si lo hacemos de manera aislada. En cambio, si PPK y Torre Tagle lideran un esfuerzo de diplomacia regional, empezando por la aplicación de la Carta Democrática de la OEA, la historia podría ser otra. PPK tiene los contactos y el ascendiente como para convocar y liderar a otros presidentes americanos en esta gran cruzada por la paz y la democracia en Venezuela.
- Y finalmente, Cuba. ¿Puede llegarse a una solución rápida y pacífica en Venezuela sin que se enfrente la indebida injerencia cubana en ese país? La respuesta es no. Maduro y el chavismo se sostienen e incrementan sus atropellos gracias al apoyo del gobierno castrista. El esfuerzo diplomático regional debe incluir a Cuba en su agenda. Los Castro nos quieren hacer creer que Cuba está cambiando, ojalá; exijámosles que nos lo demuestren saliendo de Venezuela ya.
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