- La recurrencia periódica del Fenómeno El Niño (FEN), con mayor frecuencia y severidad que antes; huaycos en enero y febrero; y peruanos que no se preparan para estos fenómenos –tanto a nivel gubernamental como a nivel de la sociedad civil– son todos hechos a los cuales ya nos hemos acostumbrado. Los veranos no solo traen calor, bañistas y una congestión brutal en la carretera al sur, sino también familias muy pobres que lo pierden todo, destrucción de infraestructura y aumentos temporales de precios. Año tras año se repite la historia, como si fuese inevitable. ¿Lo es?
- En el año 2015, cuando todo hacía prever que a comienzos del 2016 seríamos golpeados por un FEN de intensidad severa, el gobierno supuestamente tomó medidas importantes. Destinó un monto considerable de recursos a los distintos programas de prevención. Sin embargo, a noviembre de ese año se había ejecutado menos del 20% de lo presupuestado! En el 2016 pasó el susto, el FEN no se hizo presente y, en medio de la campaña electoral, nos volvimos a olvidar de él y de la prevención. Hoy volvemos a sufrir las consecuencias; nada nuevo bajo el sol del verano.
- En el contexto actual, es necesario que pensemos en la prevención de desastres. Pero giremos el foco del artículo y refirámonos a la prevención de desastres políticos. El fenómeno Odebrecht probablemente va a tener consecuencias más graves que las de un FEN de intensidad severa. El MEF ya reestimó sus cifras de crecimiento y redujo en un punto el crecimiento económico proyectado para este año; un costo de aproximadamente 7,000 millones de soles. Tal vez esté siendo optimista; no hay razones para pensar que el golpe solo se reflejará en el retraso por un año de algunos megaproyectos públicos, como el Gasoducto del Sur.
- Resulta altamente probable que este shock y la cacería de brujas a la que vamos a ser expuestos en los próximos meses frene la inversión pública y privada. ¿Qué medidas está tomando o va a tomar el gobierno para prevenir que el consecuente “pánico a firmar” que afectará a cientos o miles de funcionarios públicos efectivamente se refleje en una parálisis de la inversión pública? En este contexto, ¿cómo podría reactivarse la demanda interna? El reto es promover una mayor inversión pública, pero “de la buena”. Para lograr esto se requerirá de una Contraloría que sea proactiva, que acompañe a los procesos de inversión pública (control previo) y que no la frene con el pánico de los funcionarios públicos al control ex post.
- Pero la prolongación de la desaceleración económica no es la consecuencia más peligrosa que enfrentamos. Hace dos días, la fiscalía solicitó prisión preventiva para el ex presidente Toledo y el mundo se enteró que la campaña de reelección del presidente Santos (el último premio Nobel de la paz) habría recibido un millón de dólares de Odebrecht. ¡Esto recién empieza!
- ¿Qué labores de prevención estamos ejecutando para prevenir el desastre político que se avecina? ¿Vamos a esperar los huaycos para recién actuar? Cuidado, porque lo que está en juego no es solo el crecimiento de corto plazo sino la permanencia del modelo económico y de la democracia en el país. Si no separamos la paja del trigo y nos dejamos llevar por el sentimiento de que “todo el sistema está corrupto”, entonces la emergencia de un gobierno antisistema estará a la vuelta de la esquina.
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