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La macroeconomía de llover sobre mojado

  1. La naturaleza nos viene golpeando como hace tiempo no lo hacía. La magnitud de las lluvias y de los huaicos no era previsible y todavía no podemos estimar la magnitud del daño, pues no sabemos hasta cuando tendremos que convivir con esta anomalía climatológica. La destrucción de infraestructura y su efecto pernicioso sobre la oferta llevarán a un menor crecimiento económico en el corto plazo, el cual no solo afectará a los sectores primarios (principalmente agro y pesca), sino también a la manufactura y a los servicios, en particular el comercio, el transporte y el turismo.
  2. Sin duda, nos está lloviendo sobre mojado. La economía ya se había desacelerado desde hace un buen tiempo y las expectativas (poco realistas) de que con el nuevo gobierno la situación económica se revertiría rápidamente, ya se habían desinflado. De hecho, la desaceleración de la demanda interna, lejos de revertirse en el 2016, se pronunció: creció en apenas 0.9% (muy por debajo del 3.1% del 2015) y en el último trimestre, aumentó en solo 0.1%. Claramente, la situación macroeconómica antes de los huaicos era una de parálisis de la demanda interna.
  3. No podemos dejar que las lluvias nublen nuestra visión. La desaceleración de la economía no es un fenómeno reciente, aunque el virtual estancamiento de la demanda sí lo es. La desaceleración del gasto agregado el año pasado se reflejó en una caída de las importaciones, las cuales llegaron a su nivel más bajo de los últimos siete años. Importamos menos de todo: bienes de consumo, insumos y bienes de capital. En el 2016, las importaciones nominales cayeron en 6.1% (en términos reales, el resultado es más dramático). Si no hubiese sido por la entrada en operación de unos cuantos proyectos mineros, probablemente el ingreso per cápita de los peruanos habría caído el año pasado.


  1. Evidentemente, los magros resultados del 2016 no se explican ni por los efectos del escándalo de Lava Jato ni por la inclemencia climatológica que hoy nos azota. Nos está lloviendo sobre mojado y cuando las lluvias cesen nos encontraremos más complicados que a comienzos de año. Pensar que la política económica del actual gobierno es la responsable del actual estancamiento de la demanda refleja poco conocimiento de la dinámica macroeconómica –caracterizada por un alto grado de inercia–, pero creer que debido a esto no se requieren de cambios en la actual mezcla de políticas es igualmente incorrecto.


  1. En efecto, es hora de olvidarse de la meta del déficit fiscal del 2.5% para este año, hay que gastar bien y rápido en la reconstrucción; se necesita destrabar más proyectos (incluyendo los pagos a las empresas contratistas del Estado) y comunicar de manera efectiva el progreso a la población. Por su parte, el BCR debería reducir su tasa de referencia y disminuir fuertemente el encaje en dólares (a diferencia de lo que hizo recientemente). Y finalmente, el gobierno tiene que jugar a la política en grande: no más enfrentamientos innecesarios con la mayoría opositora, más bien debe concertar con la oposición una agenda para gobernar con efectividad de aquí al 2021.

  1. Necesitamos de un shock de confianza y para esto es necesario que el gobierno actúe de manera coherente  y simultánea en todos estos frentes. Ojalá que el notable esfuerzo que está llevando a cabo en este momento de crisis constituya un punto de quiebre: un antes y un después.

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