- Los resultados económicos del primer año de PPK se encuentran muy por debajo de lo que muchos esperaban. Existen desilusión y frustración, inclusive en las esferas mismas del gobierno. En este contexto resulta importante preguntarse: ¿Podría la marcha de la economía haber sido muy diferente si Fuerza Popular hubiese ganado no solo la mayoría absoluta en el Congreso, sino el Ejecutivo también?
- La pregunta se las planteé a mis colegas y amigos Alfredo Thorne y Elmer Cuba en el primer debate de políticas públicas organizado por la Universidad Continental el pasado martes en la noche. Las exposiciones y el debate estuvieron más relajados y, probablemente, fueron más constructivos que aquel que protagonizaron ambos profesionales hace poco más de un año en el Cusco, antes de las elecciones.
- Mi conclusión al final del debate es que la desilusión o frustración que hoy compartimos muchos con los resultados de la economía probablemente también estaría presente en el caso que Keiko hubiese ganado las elecciones. Déjeme explicarle el porqué de esta aseveración. Las condiciones económicas iniciales –fuerte desaceleración de la inversión y deterioro fiscal– , y el contexto internacional –relativa mejora de los términos de intercambio– hubiesen sido los mismos si Keiko ganaba. La burocracia estatal heredada, en particular la estructura de incentivos bajo la cual actúa o no actúa, también habría sido la misma. Y es con esta burocracia –lenta y temerosa– que habría tenido que trabajarse cualquier plan de reactivación.
- Además de estas condiciones iniciales, los shocks exógenos que se registraron –en particular el destape en nuestro país del escándalo Lava Jato y la aparición del Niño Costero a comienzos de este año– habrían afectado a ambos gobiernos por igual. En este contexto, ¿es razonable pensar que podríamos haber obtenido resultados económicos muy diferentes? Para responder afirmativamente a esta pregunta, habría que suponer que en un gobierno de Keiko la política económica habría sido muy diferente y que la burocracia estatal habría sido capaz de ejecutarla en el muy corto plazo.
- Dado que el BCR es independiente y que su Directorio habría sido muy parecido al actual, la política monetaria habría sido básicamente la misma. Por lo tanto, esto nos deja con la política fiscal y las reformas estructurales. Sin duda, la política fiscal podría haber sido menos contractiva en el cuarto trimestre del último año, aunque difícilmente un gobierno que recién empezaba podría haber ejecutado rápidamente un shock de inversión pública. En efecto, como señaló Thorne, la contracción del gasto fiscal no se debió tanto a un recorte mandado desde el MEF, sino al pobre grado de ejecución en los diferentes sectores del gobierno (algo recurrente con los cambios de gobierno).
- Probablemente, en un escenario de mayor activismo fiscal, la economía el año pasado hubiese crecido en 0.2% más y, este año, un 0.5% adicional. ¿Y las reformas? No me queda claro qué reformas hubiese promovido el hipotético gobierno de Keiko, pues no veo estas iniciativas de reforma y modernización en el Congreso. Así, pues creo que en este escenario también estaríamos frustrados y decepcionados. ¿Qué habría habido menos ruido político? Pregúntele a los antifujimoristas...
- Estaríamos frustrados, como lo estamos hoy en día, porque nuestras expectativas no eran realistas. No hay un interruptor que podamos repentinamente poner en “on”. Necesitamos reactivar la economía y hacerlo de manera sostenible. Para esto necesitamos generar consensos, avanzar en la reformas y dejar de soñar con pajaritos preñados.
Fuente: Diario Gestión Los hechos demuestran que los funcionarios públicos ganan poco al tomar decisiones, pero pueden perder mucho cuando toman riesgos y deciden sobre un tema controversial. La consecuente inacción –explicada por “el pánico a firmar”– trae pocas consecuencias personales para los burócratas, pero termina siendo extremadamente perjudicial para la sociedad. El que no se tomen decisiones o que estas demoren una eternidad perjudica la provisión de bienes y servicios públicos y traba el funcionamiento del sector productivo. En esta ocasión, nos concentraremos en la relación entre el pánico a firmar y los arbitrajes del sector público. También nos referiremos a las decisiones insensatas de algunos políticos y los consecuentes arbitrajes que ocasionan. En ambos casos, los peruanos perdemos mucho. La renuencia a tomar decisiones y enfrentar enormes riesgos personales, ha llevado desde hace muchos años a que los funcionarios prefieran dejar que la decisión la tome un tribunal
Comentarios
Publicar un comentario