1.
Últimamente
los peruanos andamos confundidos, y no es para menos. Los políticos –incluimos
al presidente en este grupo– nos tienen mareados y, más bien, hartos. Muchos
piden que el presidente de un paso al costado, y él no da uno, sino varios y se
pone a bailar… Algunos fujimoristas abandonan a Fuerza Popular, otros ppkausas
abandonan a PPK, y los izquierdistas –fieles a sus tradiciones– se pelean entre
sí y crean nuevos partidos. Con los escándalos de corrupción, el empresariado
privado pierde mucha credibilidad, ya ni los bancos le prestan a empresas que hasta
hace poco eran consideradas Premium. Los
precios de los commodities mejoran, con lo que la economía debería recuperarse,
pero la recaudación disminuye, el endeudamiento público crece y la morosidad aumenta.
2.
Dentro de
la confusión general que nos aqueja, es necesario referirse a ciertos hechos
recientes que indicarían que, a pesar de que recreamos con éxito una economía
de mercado hace más de 25 años, muchos todavía no tienen claro los roles del
mercado y del Estado en el quehacer económico nacional. Tanto grandes empresas
eléctricas como pequeños campesinos de la sierra piden que el Estado intervenga
para cambiar las reglas del juego, pues con las actuales simplemente no pueden
sobrevivir. Y en el medio del ruido político, una importante fusión en el
mercado farmacéutico caldeó los ánimos y llevó a que muchos políticos se
rasgasen las vestiduras y reclamasen el retorno de los controles de precios y
la introducción del control previo de fusiones.
3.
Vamos
por partes, como decía Jack el Destripador…
4.
Electricidad:
El caos actual refleja la intervención estatal del pasado (la política
intermitente de introducir “parches”) y problemas de inconsistencia temporal. El
mercado actual está distorsionado por los parches del pasado. Algunos se rasgan
las vestiduras con que se cambien las reglas, pero seamos claros: reglas que
producen resultados incompatibles con la sana competencia en el mercado, no son
buenas reglas. Sentido común que le llaman…
5.
Papas:
sin duda había que hacer algo, pero la política no puede ser la de comprometer
recursos fiscales para subsidiar errores provenientes de decisiones privadas (aunque
estas sean de campesinos pobres), la intervención tiene que venir acompañada de
mejor flujo de información, coordinación y promoción de nuevos cultivos. ¿Qué pasó con Sierra Exportadora? ¿Y la famosa
asociatividad? ¿No puede atraerse al capital privado? De verdad ¿no se puede?
6.
Fusiones:
el control previo debe estar en la agenda, pero cuidado que la lavada nos cueste
más que la camisa. Hoy en día, el Indecopi no tiene la posibilidad de asumir
nuevas responsabilidades sin trabar aún más al sector privado. No seamos
ilusos. Si queremos evitar el regreso de los controles de precios, como tan
alegremente han propuesto algunos políticos, fortalezcamos al Indecopi e
introduzcamos un control previo de fusiones razonable. Pero los empresarios
también deberían ejercer algún grado de autocontrol previo: deben tomar en
cuenta las consecuencias sistémicas de sus acciones.
7.
Mercado
y Estado no constituyen una dicotomía excluyente, son complementarios. Sin
Estado, sin reglas de juego, sin adecuada supervisión, sin el ius imperio, no existe un mercado
competitivo en beneficio de los consumidores. Es más, a veces es imprescindible
que el Estado intervenga adecuando y cambiando reglas –que son un medio y no un
fin en sí mismas– cuando la situación así lo amerita. En estos tres casos
(electricidad, papas y fusiones) pareciera que esto es lo que se requiere.
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