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Coautor: Matias Caillaux
- El mar peruano es uno de los más ricos y productivos del planeta. Nuestro ecosistema marino es tan productivo que, a pesar de que más del 99% de nuestras faenas pesqueras se desarrollan dentro de las 200 millas, históricamente hemos ocupado los primeros lugares a nivel mundial en desembarques de productos hidrobiológicos. La explotación relativamente ordenada y eficiente de la anchoveta es la que nos ha situado en este notable lugar.
- Paradójicamente, esta enorme riqueza marina no se ha visto reflejada en un sector pujante de pescadores modernos y de ingresos altos a lo largo de nuestra costa; menos aún, en la disponibilidad de una amplia gama de productos pesqueros a precios asequibles para la mayoría de los peruanos. La realidad de nuestra pesca es compleja y heterogénea. La flota industrial moderna convive con una enorme flota artesanal, muchas veces ineficiente e informal. La falta de una gobernanza adecuada para esta última –y el consecuente desorden imperante– ha generado un sector pesquero artesanal pobre, cuya sostenibilidad está en riesgo.
- Sin embargo, la pesca artesanal de pequeña escala es un motor económico importante para el Perú y, sobre todo, para nuestras comunidades costeras. De hecho, la popularidad y sostenibilidad de la gastronomía peruana –cuyo plato bandera es el ceviche– y el consumo local de productos del mar, dependen en gran medida de la pesca artesanal. Al respecto, es importante recordar que la pesca artesanal en el Perú: (i) desembarca más de 200 especies de peces y mariscos cada año; (ii) representa entre el 15% y 20% de las capturas totales (casi 1 millón tn); (iii) abastece cerca del 80% de los recursos frescos de consumo humano; (iv) realiza más de 1.5 millones de viajes de pesca al año; y (v) da empleo directo a más 45,000 pescadores y genera más de 100,000 empleos indirectos.
- A pesar de la importancia de las pesquerías artesanales, existe poca información y regulaciones efectivas para la administración sostenible de las mismas. Sin duda, la débil institucionalidad y gobernanza del sector –caracterizada por la ausencia de Estado, por un modelo de gobernabilidad de “arriba hacia abajo”, por la falta de asignación de derechos de explotación, por regulaciones inadecuadas y por la abundancia de incentivos perversos– constituyen el principal riesgo para la sostenibilidad pesquera del Perú.
- De manera progresiva, pero no inadvertida, hemos ido incrementando la presión sobre los recursos pesqueros, generando precios cada vez más altos y la percepción de escasez. Es notorio que la inadecuada gestión de nuestras pesquerías tiene consecuencias negativas para los pescadores, los consumidores y la naturaleza. Este fenómeno se verifica a lo largo de la costa peruana y afecta la calidad de vida de miles de pescadores artesanales en el país.
- En ese contexto, fomentar pesquerías sostenibles es una respuesta estratégica para reducir los niveles pobreza, fortalecer la seguridad alimentaria, y contribuir a la conservación marina en el Perú. Hoy, cuando el PRODUCE se alista a modificar los derechos de pesca en diversas pesquerías, es vital que se plantee una reforma integral de sí mismo. No necesitamos incrementar los gravámenes a la pesca si es que no planeamos mejorar de manera significativa la gobernanza y la gestión pesquera en el Perú. Necesitamos una autoridad pesquera fortalecida, con una tecnocracia mejor calificada y con instrumentos de gestión modernos, para así poder enfrentar el maravilloso reto que tenemos por delante: ser la primera potencia pesquera a nivel mundial.
Bastante cierto. No hay avanza sin gestión con uso de tecnología.
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