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Regulación eléctrica: de los parches a los rayos X


  1. Desde mediados de la década pasada, los gobiernos han intervenido de manera continua y errática en el mercado energético nacional. La política de “parches” –donde la autoridad de turno escoge un parche para cada problema que va encontrando, pero el parche escogido no guarda consistencia con los parches anteriores– ha contribuido a que se pierda el norte en la política energética y parece haber echado raíces. De hecho, estas intervenciones erráticas están yendo en desmedro del mercado eléctrico, y las señales de precio están perdiendo efectividad. 
  2. En los mercados competitivos, los agentes se guían por señales de precios y llegan a equilibrios eficientes. En el caso de los mercados regulados, los precios que se fijen deben reflejar la escasez o la abundancia de los bienes o servicios en cuestión, pues son estos las señales que guían las decisiones de inversión y consumo. Los precios bajos llevan a que la inversión se retraiga y a que el consumo aumente; y viceversa, cuando los precios suben, la inversión sube y el consumo se frena. Cuando la señal de precios funciona en el mercado eléctrico, se garantiza que no habrá episodios prolongados ni de falta de energía (exceso de demanda) ni de sobrecapacidad (exceso de oferta).
  3. Las diversas intervenciones del pasado han llevado a que el mercado eléctrico nacional enfrente hoy un significativo exceso de oferta y a que los precios de la energía no reflejen los costos de generarla. En parte, el problema se explica por un parche anterior: el mecanismo de declaración de precios de gas, que define el orden de despacho de los generadores. A pesar que todos saben que el precio del gas es X, se permite que se declare un precio que es una fracción de X. Esto lleva a que el costo marginal de la generación se subestime y a que los precios en el mercado spot caigan muy por debajo del precio mínimo requerido para invertir en el sector. 
  4. Aunque en el corto plazo, esto puede parecer que no es problema (por la sobreoferta), a mediano plazo sí genera preocupación.  Sin una señal de precios que fomente la expansión espontánea de la capacidad de generación, se tendrá que apelar a nuevos mecanismos ad hoc (a nuevos parches), que son justamente los que han generado el desorden regulatorio actual. ¿Qué se ha hecho al respecto? Hace unas semanas, el MINEM anunció que no modificará este mecanismo en los siguientes cuatro años. Y lo anunció, a pesar de haber reconocido explícitamente el problema y la urgencia de corregir esta distorsión. Así, se optó por la política de Rayos X: “no se mueva, no respire”.
  5. Más recientemente, el ministro anunció que producto del desarrollo de nuevos proyectos mineros, la demanda eléctrica de la minería crecerá en 1,437 MW en los próximos 5 años y, por tanto, que iba a “promover nuevos proyectos de generación”. Es decir, no solo no se estaría haciendo nada para rescatar la señal de precios para la expansión, sino que se anuncia un esquema de promoción de nueva capacidad. ¿Cómo se puede promover inversión con precios deprimidos? Probablemente, con esquemas de subsidios cruzados o de  ingresos garantizados, es decir, con más parches en los próximos años.
  6. Pero las señales equívocas no se limitan a la generación. Hace poco, el Osinergmin redujo las tarifas de distribución para los próximos 4 años. Esto se justificó señalando que el valor de los activos de las distribuidoras se habría reducido, a pesar de las inversiones realizadas en los últimos años. ¿Cómo así? Esta combinación de anuncios es preocupante, y no se condice con la necesaria predictibilidad del marco regulatorio que el Perú requiere.

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