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El problema agente-principal y nuestras instituciones

  1. El problema agente-principal ha sido muy estudiado en la literatura financiera y, sobre todo, en la de gobierno corporativo. Este se refiere a la dependencia del accionista (principal) de las acciones de la gerencia (agente), y la asimetría de información y conflicto de intereses que podría existir entre ambos grupos. La gerencia no siempre actúa para maximizar el valor del accionista, a veces lo hace guiada por motivaciones personales. Usualmente, este problema se trata de resolver mediante mecanismos que aseguren el buen gobierno corporativo y protejan los intereses del principal, así como del resto de stakeholders de la empresa. 
  2. Claramente, este problema no está limitado al mundo corporativo. La democracia representativa se puede estudiar bajo la misma lógica, donde los votantes asumen el rol de principal y los políticos, el de agente. Muchas veces, la única decisión que los votantes toman, es la elección periódica de sus representantes. Tras la elección, el principal pierde el poder. De esta manera, el ejercicio de democracia representativa puede convertirse en una especie de apuesta esporádica, cuyo resultado depende de la moral de los políticos. De allí, la importancia de perfeccionar nuestras instituciones políticas y evitar que el principal se sienta constantemente defraudado.
  3. La frustración con los políticos ha llevado a que, alrededor del mundo, la democracia representativa esté siendo cuestionada. Muchos científicos políticos ya hablan del estancamiento y la caída de la democracia. A pesar del desencanto reinante, creo que el dictamen de Churchill en el sentido que “la democracia es la peor forma de gobierno, excepto por todas las otras formas que han sido intentadas…”, sigue siendo válido. En este contexto, urge evaluar opciones para fortalecer nuestra democracia y alejar el riesgo de caer en esquemas alternativos que han demostrado conducir al desastre. 
  4. La problemática agente-principal es relevante para toda organización en la que confiamos nuestro voto a un pequeño grupo de personas, pues cedemos parte –o todo– nuestro poder a ellos. En efecto, este se verifica en diversas asociaciones civiles, organizaciones sindicales y cooperativas. Hace pocas décadas vimos de cerca cómo las antiguas cooperativas azucareras sucumbieron –y sus miembros se empobrecieron– por la forma en que sus dirigentes las secuestraron y mal administraron. También hemos visto cómo en muchas OSPA en el sector pesquero, algunos puestos dirigenciales se han vuelto hereditarios.
  5. En el Perú y alrededor del mundo se ha verificado cómo diversos dirigentes sindicales terminan perpetuándose en el poder y maximizando su propio bienestar, olvidando su real razón de ser: velar por los intereses del principal: los trabajadores sindicalizados. Sin embargo, es importante discernir entre las instituciones y las personas. No porque haya políticos corruptos, debe tirarse la democracia por el inodoro. No porque haya malos dirigentes sindicales, debe abolirse los sindicatos. No porque muchos dirigentes cooperativistas hayan robado, debemos desechar a las cooperativas como una opción de organización de la producción. 
  6. Al igual que el sistema político, las instituciones y organizaciones que hacen uso de la democracia representativa, también necesitan de reformas que mejoren su funcionamiento. Todos somos principal y agente en diversas facetas de nuestras vidas. En la medida que logremos mayor transparencia en nuestras organizaciones, el problema agente-principal será menos grave. Parafraseando a Lincoln en Gettysburg: “las instituciones deben ser del, por y para sus principales”.


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