1. A propósito del día de San Valentín, parece oportuno reflexionar
sobre la confianza y las relaciones de pareja. Como muchos hemos comprobado,
las relaciones de largo plazo dependen básicamente de la confianza. Sin
confianza, las relaciones se tornan insufribles e insostenibles. Desafortunadamente,
esta se puede perder en un instante, producto de un error; pero resarcir la
confianza usualmente requiere de trabajo y perseverancia, y toma mucho más
tiempo.
2. Pareciera ser que la regla básica del juego es no mentir;
tampoco se puede incumplir repetidamente las promesas hechas al otro. Evidentemente,
esta tarea no es fácil, pues si lo fuese, los abogados especializados en derecho
de familia y los cineastas de películas románticas estarían en la calle. Sin
embargo, el costo de no ser transparente puede ser muy alto en el largo plazo. ¿Cuántos
han destruido sus familias, sin quererlo, por el hecho de mentir?
Aparentemente, a nivel de parejas, la evaluación de riesgos es insuficiente;
los errores de cálculo son muy grandes y las consecuencias muy costosas.
3. Algo similar a lo que sucede con las relaciones de
pareja, también ocurre con las relaciones entre diferentes actores sociales, instituciones
públicas y empresas privadas en nuestro país. La percepción de que en el pasado
fuimos engañados por algunos de ellos genera desconfianza y hace que dudemos frente
a cualquier oferta o promesa de alguna de estas contrapartes. De hecho, los
peruanos somos muy desconfiados. Vivimos en estado de constante alerta porque
sentimos que en cualquier momento podrían engañarnos otra vez. Esto incrementa
de manera significativa los costos de transacción y reduce la eficiencia
económica y el bienestar social.
4. El reto está en construir una amplia red de relaciones de
confianza, lo cual, como ya se dijo, puede tomar mucho tiempo y recursos. Para
ejemplificar esto, es útil referirse al caso de dos industrias: construcción y
petróleo. La primera de ellas está muy golpeada con las consecuencias del
escándalo Lava Jato y con el descubrimiento del Club de la Construcción. El
costo de ambos episodios ha sido enorme y se ha extendido mucho más allá de la
actividad sectorial, afectando a la economía como un todo. Es probable que
estas empresas se demorarán en recuperarse, en caso lo logren hacer. Pero sí se
puede, si se parte de un sincero mea culpa y se toman las drásticas medidas
correctivas que esto requiere.
5. Estamos viendo cómo la nueva dirección de la ex Graña y
Montero parece estar dando los pasos en la dirección correcta. Otras
importantes empresas constructoras también han iniciado sus procesos de reforma,
ojalá perseveren y salgan adelante. El Perú las necesita reformadas y
potenciadas. Y a los críticos y descreídos, hay que hacerles recordar que deben
aprender a separar a la paja del trigo, a las personas de las instituciones. Si
no nos damos el chance de corregir, destruiremos valor innecesariamente.
6. En el caso de la industria petrolera, la desconfianza
entre los diferentes actores es la norma, especialmente en la Amazonía. Hay que
romper con el pasado, dar señales claras y creíbles de cambio a las comunidades
nativas. Pero el problema no se limita a esta región, la industria también
tiene que ser transparente con los consumidores. Las grandes empresas deben transparentar
cómo forman sus precios y demostrar que no abusan de su posición de dominio. Si
existe sensación de abuso será poco lo que se pueda avanzar, pero sí se puede.
Lo estamos tratando de hacer.
7. Al igual que en el amor, el compromiso con la verdad y la
buena comunicación resultan factores clave.
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