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¿Resilientes o hierba mala?


1.    Mi generación es la de las crisis económicas, para nosotros lo normal era la crisis y lo extraordinario la estabilidad y el crecimiento. Los mayores de 50 años podrán recordar, por lo menos, cinco periodos de crisis: las crisis de balanza de pagos y los programas de ajuste de la segunda mitad de los 70; la crisis del 82-83, ocasionada por el Fenómeno del Niño y el descalabro de la deuda externa; la hiperinflación con recesión de fines de los 80 –tal vez la más recordada–; los shocks y la recesión de fines de los 90 (crisis asiática, el Niño del 97-98 y la moratoria rusa); y la crisis financiera internacional del 2008-09. Y aquí seguimos: vivos y coleando (aunque guardados en nuestras casas).
2.    Si algo hemos tenido son crisis económicas y el factor común es que siempre hemos salido de ellas. ¿Somos realmente resilientes o será cierto eso de que “hierba mala nunca muere”? Porque la verdad es que no siempre hemos salido de las crisis debido al buen y oportuno manejo macroeconómico. Debemos reconocer que el tiempo es un factor importante: la economía absorbe los shocks, se ajusta y empieza su recuperación. En la medida que no se hagan barbaridades, la recuperación se prolonga.
3.    La pregunta es cuánto tiempo nos tomará el recuperarnos. ¿Sera en un año? La crisis del COVID-19 es muy diferente a las crisis que vivimos en los últimos 50 años. Esta es, primero, una crisis de salud y, luego, una crisis económica. Las medidas para enfrentar la pandemia son las que generaron la contracción inicial de la oferta, la cual ya se trasladó a la demanda. En segundo lugar, esta es una crisis mundial. Cuán rápido saldremos de la fuerte recesión a la que ya hemos entrado depende, por lo tanto, de cuán bien manejemos la crisis de salud y de cuán rápido se recupere la economía mundial.
4.    ¿Estamos avanzando en la dirección correcta? En materia de salud, el aislamiento social ha sido acertado, pero necesitamos trabajar con mejor información, se requiere muchas más pruebas de diagnóstico, mejores protocolos para cuidar a nuestros trabajadores de salud y de seguridad, flexibilidad para gastar en enfrentar la crisis. Y hay que prepararse para pasar a medidas focalizadas de aislamiento; la cuarentena generalizada no es sostenible.
5.    En materia monetaria, el BCRP se ha sacado una excelente nota, sobre todo por la celeridad con que actuó. Pero ya no le quedan muchas balas. En materia fiscal, si bien el MEF ha anunciado políticas que apuntan en la dirección correcta, se está demorando mucho en ponerlas operativas. ¡El tiempo vale más que el dinero! Se tiene, necesariamente, que trabajar junto al sector privado y a la sociedad civil y confiar en ellos. En este contexto, preocuparse por el riesgo moral, demorar las decisiones por temor a los errores o a la falta de lealtad de terceros es muy costoso.
6.    La economía informal en el Perú es enorme: el 70% de los trabajadores son informales, tal vez los más vulnerables y también los más golpeados por la actual crisis. En este frente se ve poco avance. Se requiere de medidas concretas y efectivas para atender a este sector: hay que llegar a las micro y pequeñas empresas, las medidas para ellas no pueden basarse en información sobre el RUC o los pagos a ESSALUD. Las empresas financieras especializadas en el otorgamiento de estos créditos van a sufrir un rápido deterioro patrimonial, habrá que tomar medidas extraordinarias, pues cientos de miles de empleos están en altísimo riesgo.
7.    La incertidumbre es grande, pero hay que actuar y actuar en muchos frentes a la vez. Tenemos buenos equipos técnicos. Con decisión y coordinación saldremos de esta crisis antes que después. Más que hierba mala, somos resilientes…



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