Fuente: Diario Gestión
1.
“La primera lección de economía es la escasez: nunca existe
lo suficiente de algo para satisfacer las necesidades de todos. La primera
lección de la política es olvidar la primera lección de economía.” Esta frase de Thomas Sowell cobra relevancia en el Perú
de hoy. Nuevamente, escuchamos en los medios de comunicación y en el Congreso, propuestas
de controles de precios con el objeto de promover el acceso a productos y
servicios de primera necesidad a los sectores de menos recursos. Ejemplo de
esto es el reciente proyecto ley para regular los precios de medicamentos y de productos
para la protección de la salud en estado de emergencia sanitaria, promovido por
la bancada del Frente Amplio.
2.
¿Acaso, establecer
topes a los precios resuelve el problema de la escasez o, más bien, lo podría
agravar? El populismo, con toda la irresponsabilidad que lo caracteriza, nos
está tocando la puerta nuevamente. Aquí no se trata de recitar el credo del
economista neoliberal –según el cual los controles de precios y muchas otras
formas de intervención estatal destruyen valor y generan un enorme costo social–,
sino de ser pragmáticos y no proponer políticas que ya nos han causado mucho
daño en el pasado.
3.
Los economistas
enfatizan que los precios relativos son las señales básicas que sustentan la
economía de mercado. Los precios fijados por la interacción de la oferta y la
demanda proveen mucha información, y a partir de ella los agentes económicos
toman un sinfín de decisiones. Los controles de precios distorsionan estas
señales, generando grandes ineficiencias y racionamiento. Es decir, aseguran
que la población no pueda acceder a la cantidad deseada del producto o servicio
cuyo precio se controla. Pero, además de esto, este tipo de iniciativas incrementan la
incertidumbre a los inversionistas, lo cual ahuyenta el capital y reduce el
crecimiento y el empleo. Así, el problema no es solo de estática comparativa,
sino básicamente uno de dinámica macroeconómica.
4.
Habiendo pasado
por el descalabro económico de los años 80, es increíble volver a escuchar este
tipo de propuestas. En aquel entonces se intentó controlar los precios de los
alimentos básicos, el tipo de cambio y las tasas de interés, entre otros. ¿El
resultado? Colas interminables para conseguir un poco de azúcar, leche o arroz;
racionamiento cambiario y crediticio, a la vez que florecían los mercados negros
y la corrupción. ¿Por qué sucedió esto? Porque los controles de precios no
alivian el problema de falta de acceso a un determinado producto, sino que lo
empeora: a menor precio, menor volumen ofertado.
5.
Hace más de 30 años
que no tenemos controles de precios para los alimentos, y verificamos más
producción y más consumo per cápita de productos de primera necesidad que
cuando habían controles de precios. En este periodo, tampoco controlamos el
tipo de cambio ni las tasas de interés, y las reservas internacionales y el
nivel de crédito llegaron a sus niveles más altos. Y en materia de precios de
combustibles, hace cerca de 10 años que el número de productos sujeto al Fondo de
Estabilización de Precios de los Combustibles se viene reduciendo. Hace 2 meses,
se excluyeron de la lista 2 de los últimos 3 combustibles que quedaban, por
generar un alto costo fiscal y no beneficiar a los más pobres. Así de claro y
simple: ¡los controles de precios no funcionan!
6.
Y hoy en día,
cuando vemos a los políticos proponer controles de precios en el sector salud y
congelar los intereses en el sistema financiero, justamente en el contexto de
la actual crisis, cabe preguntarse: ¿No han aprendido nada? ¿Qué viene después,
expropiaciones y más empresas públicas?
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