Ir al contenido principal

La recesión y la política fiscal

 

Fuente: diario Gestión

1.    El viernes pasado, el MEF publicó el Marco Macroeconómico Multianual (MMM) 2021-2024 y también el proyecto de presupuesto del sector público para el próximo año. Ambos documentos son cruciales para analizar la política económica planteada por el gobierno. El MMM debió ser publicado en mayo, como ocurre desde el año 2000. Seguramente por la enorme incertidumbre reinante respecto a la probable evolución de la economía en el periodo 2020-2021 y sobre cuál constituía la respuesta adecuada de política económica, las autoridades decidieron no publicarlo.

2.     Ante la suspensión temporal de las reglas fiscales dictada por el gobierno en abril, el Consejo Fiscal señaló que las medidas que se adoptasen para enfrentar el shock económico debían ser transitorias (rápidamente reversibles) y que superar el límite de endeudamiento de 30% del PBI no generaría un problema de sostenibilidad fiscal, si es que se iniciaba un proceso de consolidación fiscal tras la crisis. Sin embargo, también demostró lo difícil que resultaba hacer proyecciones a comienzos de junio, al señalar que la caída del PBI probablemente estaría entre 10% y 20% este año (rango que no ayudaba a reducir la incertidumbre).

3.      Hoy, a menos de cuatro meses de culminar el año, los documentos publicados la semana pasada deberían contribuir a reducir la incertidumbre y aclarar el panorama. Pero, todavía quedan muchas dudas que las autoridades deberían aclarar.

4.      El MEF proyecta que el déficit este año superará el 10% del PBI y señala que esto sería producto del activismo fiscal que viene desplegando. Sin embargo, al revisar la ejecución presupuestal a agosto de este año, se observa que el gasto público es casi igual con respecto al mismo periodo del año anterior: solo aumentó en S/ 1,054 millones (0.14% del PBI). Así, las transferencias por bonos se habrían compensado con la reducción en otras partidas. El aumento del gasto fiscal sería cercano a cero este año.

5.      El incremento del déficit proyectado refleja esencialmente la caída de la recaudación. Esto último se conoce como un ‘estabilizador automático’ de la economía, el cual no es producto de activismo fiscal. Reducir el gasto ante la caída de los ingresos habría sido una locura, sobre todo cuando se toma en cuenta la fortaleza de la que partíamos.

6.      También es importante focalizarse en el grado de ejecución presupuestal. A fines de agosto, este llegó a 46.9% para todo el sector público y a 29.2% para los gobiernos locales. Sin duda, la baja ejecución del presupuesto a nivel subnacional refleja los efectos de la pandemia, pero es difícil pensar que en los cuatro meses que restan del año se vaya a producir un boom de gasto –de buena calidad– que constituya un verdadero impulso fiscal. En resumen, es muy probable que el déficit sea bastante menor que el previsto: alrededor de 6.8% si es que en lo que resta del año se eleva el gasto al mismo nivel del año pasado. Alto, pero difícil de evitar.

7.      ¿Podrá darse una rápida recuperación económica? Lo que habrá es un rebote estadístico, pero no veremos un gran dinamismo que nos permita recuperar el ingreso per cápita del año antes del 2023 o 2024. Además de los efectos de la pandemia sobre la oferta (que no cesarán de la noche a la mañana), la incertidumbre y el calendario político no contribuirán a una rápida recuperación de la inversión. Por otro lado, el presupuesto para el próximo año aparentemente no dejaría mucho espacio para activismo fiscal, este solo se incrementaría en 3.2% en términos nominales. Dada las limitaciones existentes para el activismo fiscal y monetario, la reactivación requerirá necesariamente fomentar la inversión privada.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Por qué perdemos tantos arbitrajes?

Fuente: Diario Gestión Los hechos demuestran que los funcionarios públicos ganan poco al tomar decisiones, pero pueden perder mucho cuando toman riesgos y deciden sobre un tema controversial. La consecuente inacción –explicada por “el pánico a firmar”– trae pocas consecuencias personales para los burócratas, pero termina siendo extremadamente perjudicial para la sociedad. El que no se tomen decisiones o que estas demoren una eternidad perjudica la provisión de bienes y servicios públicos y traba el funcionamiento del sector productivo.  En esta ocasión, nos concentraremos en la relación entre el pánico a firmar y los arbitrajes del sector público. También nos referiremos a las decisiones insensatas de algunos políticos y los consecuentes arbitrajes que ocasionan. En ambos casos, los peruanos perdemos mucho.  La renuencia a tomar decisiones y enfrentar enormes riesgos personales, ha llevado desde hace muchos años a que los funcionarios prefieran dejar que la decisión la tome un tribunal

La matriz energética, el mercado y las barreras

                                                                                          Fuente: Diario Gestión 1.    El Perú cuenta con una impresionante dotación de recursos energéticos: recursos fósiles, como petróleo y gas natural; un inmenso potencial hidroenergético, todavía no plenamente explotado; y también importantes recursos eólicos, geotérmicos y amplia radiación solar, las llamadas “energías renovables no convencionales” (ERNC). A pesar de que el desarrollo de las ERNC viene fomentándose alrededor del mundo para mitigar el cambio climático –tal vez, el mayor peligro que enfrentamos como especie–, en el Perú estas se encuentran en un nivel incipiente. Solo alrededor del 5% de la energía eléctrica que consumimos proviene de estas fuentes. 2.     Recientemente, el gobierno publicó el D.S. 003-2022-MINAM que propone incrementar la participación de las ERNC a por lo menos el 20% del total de la energía consumida en el país para el año 2030. ¿Será posible? Posible sí, fácil n

El Gobierno, los empresarios y el “volver a creer”

  Fuente: Diario Gestión El lema central de la CADE 2023 que tuvo lugar la semana pasada en Urubamba fue “Volver a creer, volver a crecer”. A la reunión empresarial asistieron muchos ministros de Estado; sin embargo, tras algunas de sus intervenciones, varios asistentes se preguntaron: ¿volver a creer? ¿En serio?... A continuación, algunas reflexiones en torno a qué hacer para que podamos pensar en volver a creer.  Desde hace muchos años, el presidente del Consejo de Ministros no es titular de una cartera ministerial; se dedica a tiempo completo a presidir el gabinete ministerial y a coordinar la política general del gobierno; a ser una especie de jefe de Gobierno. Alberto Otárola es, tal vez, el premier que se ha acercado más a esta figura. En la reciente CADE, Otárola contribuyó a fortalecer esta percepción. En buena hora: en el medio del estancamiento y desilusión, se necesitaba mostrar liderazgo en el Ejecutivo. Su acercamiento al sector privado es, sin duda, positivo y debe saluda