1.
“… que bueno por conocer” señala el
refrán. Un economista nos diría que, según esta sentencia, la incertidumbre en
sí misma es perjudicial. Y lo es tanto que, aun cuando sea posible mejorar,
está el riesgo de que empeoremos. Una decisión racional sería, pues, no
aventurarse a modificar el statu quo.
2.
El refrán, asimismo, comulga con la
afirmación que podría hacer un estadístico: el valor esperado de una decisión no
constituye información suficiente para tomarla. En efecto, el valor esperado
refleja el primer momento de una distribución de probabilidades (la media),
pero a los seres humanos –aunque muy pocos lo expresen en estos
términos– también les importan momentos más altos de la distribución (como
son la varianza, el sesgo y la curtosis), que están asociados a lo que
generalmente entendemos por incertidumbre.
3.
¿Y a qué viene todo esto? Estamos
leyendo el periódico, no un libro de estadística o microeconomía. Bueno, como
se imaginarán, esta reflexión surge a causa de la reciente decisión del
Congreso de admitir a debate la moción de vacancia del presidente de la República.
En el contexto del refrán, el gobierno de Vizcarra sería el ‘malo conocido’. Al
lamentable manejo gubernamental de la crisis sanitaria y económica, ahora se
sumaría un presidente que no nos dice la verdad, confabula para engañarnos y,
encima, es incapaz de poner orden en su grupo de colaboradoras más íntimas.
4.
Aparentemente, los audios ilegales
hechos públicos por un congresista muy cuestionado, bastarían para convertir al
presidente y su gobierno de ‘malos conocidos’ en ‘pésimos, insufribles’, a los
cuales habría que cambiar, cuanto antes –rapidito, por favor–, por un ‘bueno
por conocer’.
5.
Desgraciadamente o, más bien por suerte,
el bueno por conocer se empezó a despintar allí mismo, ‘al toque nomás’. Se
hicieron públicas las llamadas telefónicas a los mandos militares, que fueron
rechazadas primero por aquellos que fueron llamados y, luego, por la gran
mayoría, que todavía estaba anonadada por los audios de Vizcarra y, ahora, por
las delaciones periodísticas de qué es lo que podría realmente haber estado
sucediendo.
6.
¿Conspiración o simplemente teoría de la
conspiración? No sabemos y parece no importar porque el circo está bueno –a
pesar de que en cualquier momento se pueden salir los leones–. Todos empezamos
la semana esperando más audios y, por supuesto, empezaron a salir. Así, el
futuro del país estaría en manos de personas inescrupulosas, pero con cierta
experiencia en el manejo mediático de audios ilegales (créanme, algo de esto
conozco...).
7.
El Perú enfrenta una situación crítica, que
sobrepasa las capacidades de un gobierno y un congreso que, sin duda, resultan ser
malos conocidos. De eso no tenemos duda; lo único bueno por conocer que tenemos
por delante es el gobierno democrático que debemos elegir en el 2021. Trabajemos
porque esto sea así. No nos confundamos, no nos apresuremos, ni caigamos en
actos irracionales producto de la frustración. Acordémonos que hace un año
Vizcarra mandó a su casa a un Congreso que era percibido como un malo conocido,
con la esperanza de que elegiríamos a un bueno por conocer.
8.
¿Habría el presidente cerrado el
Congreso, conociendo lo que vendría? ¿Lo hubiese hecho sabiendo que pondría en
peligro su presidencia y que socavaría la economía con el resurgimiento del
populismo? Probablemente no. Pero ni él –ni nadie– podía conocer lo que vendría;
actuó en función a salir del malo conocido. Seguramente, pensó que lo que
vendría no podía ser peor. Pero se equivocó. No repitamos el error.
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