Fuente: Diario Gestión
1. “Tras su elección, el tipo de cambio sobrepasó los 4.40 soles por dólar, el BCR perdió más de US$ 12,000 millones y las tasas de interés se elevaron (…) la inflación superó el 1.5% en agosto y el 1.2% en setiembre (…) el gobierno aprobó un nuevo bono para los peruanos de bajos ingresos, mientras que el proyecto de presupuesto prevé un incremento en la tasa del impuesto a la renta al 40% (para las utilidades e ingresos personales por encima de las 100 UIT) y un impuesto a las sobreganancias mineras. A pesar de los incrementos previstos en la recaudación, el déficit fiscal superará el 6% del PBI en el 2022.”
2. “(…) el presidente anuncia nuevas medidas populistas, polariza aún más el país, y busca convocar a una Asamblea Constituyente. (…) Luego de la alarmante pérdida de reservas, el colapso de la BVL, el incremento del riesgo país y la paralización de la inversión privada, Castillo busca distanciarse del ala radical, pero generar confianza en el empresariado y en los proveedores de capital resulta un objetivo escurridizo.” (Fuente: “Memorándum Económico No. 2021-11: Los primeros 100 días”. Gestión, 20 de mayo 2021).
3. Anticipar lo que podría pasar durante los primeros 100
días del gobierno de Pedro Castillo, como lo hice en esta columna hace poco más
de cinco meses, no era difícil. Claramente, lo ocurrido en el Perú en esta
etapa inicial de un gobierno de izquierda populista y radical no es una sorpresa.
Tampoco lo fue la reciente reducción en nuestra calificación crediticia, ni lo
es la actual contracción de la inversión, ni lo será la fuertísima desaceleración
que registraremos en el 2022 –cuando el crecimiento disminuya en más de 8 óo 9
puntos porcentuales.
4. Muchos de los peruanos que votaron contra Castillo –y también
parte de los votaron por él– tenían una idea más o menos clara de los costos
económicos que su elección podría implicar. Recién los estamos empezando a
pagar, pero seamos claros: estos irán en aumento. Muy probablemente, los que
sufragarán la mayor parte de los mismos serán los que menos tienen, en línea
con la experiencia histórica en este campo.
5. Sin embargo, lo que sí sorprende de este gobierno es su
aparente despreocupación por la provisión de servicios públicos básicos, sobre
todo para la población de menores ingresos. Aquellos que esperaban que este sea
el gobierno del cambio deben estar realmente decepcionados. La poca o nula
convicción demostrada por mejorar la gestión del Estado y la atención de los
ciudadanos es alarmante. El nombramiento de personajes altamente cuestionados y
–en el mejor de los casos– de gente muy poco calificada para ocupar puestos públicos
clave es inaudito. ¿Cómo se puede atender las legítimas expectativas de la
población si la provisión de los servicios que esta necesita se pone en manos
de este tipo de personas? Traer malos elementos a los niveles más altos del
Estado inevitablemente contribuye al debilitamiento institucional y al
fortalecimiento de la corrupción.
6. Hoy, cuando el Gabinete Vásquez se acerca a pedirle el
voto de confianza al Legislativo, ambos poderes del Estado tienen la
oportunidad de reflexionar. Ambos necesitan ganarse la confianza y el respeto
del pueblo peruano, que les demanda solo aquello que le corresponde: un Estado
que fomente la creación de puestos de trabajo y, por lo tanto, que promueva la
inversión y asegure la estabilidad macroeconómica, pero sobre todo que se
preocupe por proveer servicios públicos de calidad, con transparencia y sin
corrupción. ¡A empezar de nuevo! Aprendamos de los errores de estos primeros
100 días y enmendemos rumbo para no caer en una espiral perversa de empobrecimiento
y conflictividad.
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