- ¡Qué difícil debe ser estar sentado en el Directorio del Banco Central! Estoy seguro que los economistas directores saben que tienen que actuar, con prudencia pero de manera oportuna. No se deben repetir los errores del pasado. La economía está sufriendo un shock mayúsculo, la demanda interna está contrayéndose y, ante la falta de una respuesta de política macroeconómica oportuna y efectiva, el ingreso promedio de los peruanos disminuirá este año. No nos podemos engañar, diversos indicadores (importaciones, recaudación del IGV, ventas domésticas, precios de activos reales) señalan que el gasto agregado está disminuyendo fuertemente.
- Es importante recordar que la situación macroeconómica antes de la explosión de Lava Jato y de los huaycos de este verano era una de parálisis de la demanda interna. Es sobre esa endeble base que ha llovido. El shock de oferta, con toda la destrucción que trajo, afectará a su vez a la demanda, debilitándola aún más. Pensar que la “destrucción trae su propia reconstrucción” y, por lo tanto, no hay mucho de qué preocuparse es sencillamente ingenuo o irresponsable. No hay lugar para medias tintas, es momento de mandar mensajes claros: si en el campo macroeconómico no se actúa con firmeza, este año será recordado como un punto de inflexión en nuestra historia económica. Digámosle no al negacionismo macroeconómico.
- Al igual que en el segundo semestre del 2008, en el segundo semestre del 2016, el MEF implementó una política fiscal contractiva que necesariamente debe ser revertida debido a la aparición de shocks exógenos que no eran previsibles. Los hechos demuestran que el cambio de la regla fiscal del año pasado fue poco oportuna y ahora hay que explicar con claridad que, ante la caída temporal y previsible de los ingresos tributarios y la necesidad de expandir el gasto público, registraremos un déficit fiscal muy superior al 2.5% del PBI en el bienio 2017-18. Esto en sí mismo no es algo malo, es la consecuencia endógena de un terrible shock exógeno. El error de política sería limitar el gasto público y contraer aún más la economía.
- Pero, ¿cuán fácil es ejecutar una política fiscal expansiva, sobre todo, una basada en la inversión pública? Nada fácil (si no me cree, revise las cifras del 2009). Si se hacen las cosas bien por el lado fiscal, la reconstrucción empezará con fuerza recién en el último trimestre de este año. Debido a esta restricción que nos impone la realidad de la inversión pública y a la necesidad de actuar ya –en un contexto que aún hay recursos fiscales para hacerlo–, se debe implementar un programa de transferencias directas a los damnificados, quienes son los que mejor saben cómo aplicar estos recursos. Y no hay que enredarse mucho en cómo ejecutar el programa. Por ejemplo, puede comenzarse haciendo transferencias a todos los que sufragaron en las últimas elecciones en distritos seriamente afectados por los desastres naturales.
- Ante los problemas institucionales que frenan la acción fiscal, el BCR tiene que actuar. No hacerlo es contraproducente. Y en este contexto me imagino las dudas de algunos directores del BCR: “¿Quieren que seamos más expansivos cuando la inflación de marzo llegó al 1.3%, la más alta de los últimos 19 años? ¿Cómo vamos a bajar la tasa de referencia si la Fed está subiendo la suya, qué le pasaría al tipo de cambio?” Pero estas dudas carecen de sustento: el salto de la inflación de marzo se revertirá en abril y el tipo de cambio viene cayendo a pesar de la compras del BCR. Es hora de actuar.
Fuente: Diario Gestión Los hechos demuestran que los funcionarios públicos ganan poco al tomar decisiones, pero pueden perder mucho cuando toman riesgos y deciden sobre un tema controversial. La consecuente inacción –explicada por “el pánico a firmar”– trae pocas consecuencias personales para los burócratas, pero termina siendo extremadamente perjudicial para la sociedad. El que no se tomen decisiones o que estas demoren una eternidad perjudica la provisión de bienes y servicios públicos y traba el funcionamiento del sector productivo. En esta ocasión, nos concentraremos en la relación entre el pánico a firmar y los arbitrajes del sector público. También nos referiremos a las decisiones insensatas de algunos políticos y los consecuentes arbitrajes que ocasionan. En ambos casos, los peruanos perdemos mucho. La renuencia a tomar decisiones y enfrentar enormes riesgos personales, ha llevado desde hace muchos años a que los funcionarios prefieran dejar que la decisión la tome un tribunal
Guayo, La historia en la Biblia es que Noeh hizo su Arca antes del diluvio. No después, y es por eso que se salvaron todos esos lindos animales que hoy tenemos. Osea que Noeh hizo política preventiva, no ex-post!
ResponderEliminarEl comentario de Noeh, es mio. Gonzalo Pastor!
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